Zapatero es presidente del Gobierno cuando se cepilla los dientes o al recibir la nómina como cualquiera, aunque no sabemos si cumple con este amargo trámite, dado que su salario no está en consonancia con sus ojeras. También va en el sueldo que tenga que encajar silbidos y exabruptos durante los actos protocolarios. No faltarán quienes aseguren que el presidente se lo ha buscado: quizá, varias legiones de ciudadanos españoles. Pero del mismo modo que el jefe del Ejecutivo tiene que soportar los sinsabores que conlleva su cargo, no deja de estar fuera de lugar que durante la celebración del Día de las Fuerzas Armadas de ayer un amplísimo sector del público que presenciaba el desfile abucheara a la institución que representa. Abroncar al presidente mientras acompañaba al Rey en una ofrenda floral a los caídos muestra el desatino de quienes se congregaron en la Castellana y, sobre todo, de los que orquestaron esa manifestación contra Zapatero. No faltarán explicaciones torticeras que giren en torno a que los españoles están hartos y que por esa razón se cebaron espontáneamente con la cabeza del Gobierno. Nada más lejos de la realidad. Los espectadores que profirieron proclamas antizapateristas encajan como un molde en una maniobra propagandística de origen conservador que sólo hizo que enfangar un día de exaltación nacional.
A Zapatero se le censuró que permaneciera sentado ante la bandera estadounidense, siendo líder de la oposición y teniendo una postura clara sobre la guerra iraquí. Tenían razón: los compinches de Bush eran una cosa y el país que acudió a aquella parada militar, otra. Puede que este tipo de desfiles sobren o, por el contrario, sean un homenaje sencillo hacia quienes defienden nuestra seguridad. Personalmente, me quedo con la última opción. Hace tiempo un micrófono traidor mostró lo que Rajoy piensa de este tipo de convocatorias, “mañana tengo un plan apasionante: el coñazo del desfile”. Antes, el Ejército era sinónimo de represión. Hoy significa compromiso y respeto. Para abuchear al presidente hay más días que longanizas. Quienes lo hicieron ayer durante horas insultaron a los que dieron su vida por España y a sus familias, que aún los echan de menos.
Publicado en El Norte de Castilla el 13 de octubre de 2010