Lo que irrita al gallito de una pandilla es que los débiles no se plieguen ante sus exigencias. El jefe no es nada sin el amparo de la fuerza. Aznar era un don nadie delirante y pronto vio que para medrar era conveniente hincar la rodilla ante el emperador. En 1898 Estados Unidos hundió el ‘Maine’, un barcucho. Masacró a sus marineros y culpó a España, desencadenándose una guerra que tenía como objetivo apropiarse de Cuba, en donde se encontraba amarrado el buque. La prensa fascistoide de Hearst hizo el resto. El complot es real, como revelaron los documentos desclasificados por la Administración americana un siglo más tarde. Aquel acontecimiento constituyó el punto de arranque de la construcción de un imperio.
Ahora se ha sabido que Estados Unidos no sabe guardar un secreto y que el entramado de inteligencia y tecnológico esconde una idea propagandística e intimidatoria, aparte de un tratado de ineficacia. Quedó de manifiesto en los atentados del 11-S y en la vidorra que aún se pega Ben Laden. América, como gustan llamarse, no es más que otro decorado cinematográfico al uso, solo que trufado de connotaciones más desestabilizadoras que cualquier inocua película hollywoodiense. La secretaria Clinton ha dicho que las filtraciones de WikiLeaks sobre la filosofía confidencial de Estados Unidos constituyen un ataque a la comunidad internacional. Matemos al mensajero.
La maquinaria estadounidense mira al mundo como un escenario en el que hacen caja los iniciados. Los muertos no duelen nada si pertenecen a países menesterosos o antiguos. Europa la forman un grupo de majaderos y el resto del planeta lo pueblan quienes reconfortan a EE UU el día de acción de gracias. Tildan de trasnochada la idea social y dialogante de Zapatero. Nuestros jueces son susceptibles de ser comprados y Cristina de Kirchner necesita un psiquiatra. Ella vive en Argentina, el país con más profesionales del ramo. ¿Pero quién es capaz de reconducir a los omnipresentes y estériles Estados Unidos de América? ¿Dios, el dólar o los chinos?Publicado en El Norte de Castilla el 1 de diciembre de 2010