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Roberto Carbajal

La aventura humana

Rostros políticos

Es imposible estar en dos ciudades al mismo tiempo sin que se resienta el cuerpo, al menos en la dimensión terrestre. Los magos crean la ilusión de dividir a un sujeto y que siga respirando, algo que ha calado profundamente en el mundo de la política. Al parecer, alguien puede ser alcalde y procurador o senador y servir a los que lo eligieron con idéntica intensidad y eficiencia. Hay quienes creen poseer el don de la ubicuidad, una cualidad que parecía reservada a los dioses. El asunto no es nuevo y menudea en los dos grandes partidos nacionales. Son alcaldes y calientan un escaño en Madrid. Muchos justifican la duplicidad argumentando que estando en la capital de España defienden mejor los intereses de sus ayuntamientos. Han empleado el ardid como si fuera una plantilla de manual que nadie se toma en serio. Pero sucede que las cosas no están para alegrías. La ex consejera de Familia y actual alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, ha molestado a sus correligionarios al ser candidata al consistorio y pretender simultanear esa disputa con un puesto en las Cortes regionales. Mal asunto para alguien que aspira a repetir en el sillón de una institución instalada en la ruina y carente de una mayoría suficiente. Valdeón suena en las quinielas para todo: sucesora de Herrera, consejera o alto cargo en un hipotético gobierno de Mariano Rajoy. Demasiados frentes abiertos y ninguno de ellos sustanciados en acontecimientos tachados en el calendario. No es que los tiempos acompañen demasiado a los aspirantes socialistas para hacerse con el mando municipal. El lastre de la crisis económica y las medidas tomadas por Zapatero preocupan a candidatos que, en otras circunstancias, se harían con un ayuntamiento con facilidad. Que el combativo procurador socialista Manuel Fuentes sea el contrincante de Valdeón ha hecho que salten las alarmas, por si acaso. Precisamente hoy en día, en que la marca PSOE no levanta pasiones. Pero lo que se valora para ungir a un alcalde es la percepción personal que irradia y no el fondo de armario.

Publicado en El Norte de Castilla el 22 de diciembre de 2010

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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