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Roberto Carbajal

La aventura humana

Hacerse el egipcio

Hasta hace poco tiempo, de Egipto conocíamos sus pirámides, los jeroglíficos y a un par de momias. El notable Lawrence de Arabia se tomó algunas molestias más y profundizó en la idiosincrasia de aquella cultura tan sorprendente. No deja de ser paradójico que mientras en los enigmáticos jeroglíficos se representa a la gente mirando hacia otro lado con las extremidades dislocadas, Occidente hacía lo mismo. Para quien se lo crea, nuestros gobiernos desconocían lo que hervía en el interior de aquel pueblo árabe. Tras el aldabonazo tunecino, la tierra de los faraones estalló contra una dictadura asfixiante y, con la inestimable ayuda de la Internet, el rumbo de su historia cambiará.

En España practicamos el espasmo egipcio como algo cotidiano. A Dolores de Cospedal le han preguntado hasta la extenuación por qué cobra varios sueldos derivados del erario público, a lo que la secretaria general del PP ha respondido haciéndose la egipcia. El presidente Zapatero es de aquí, no cairota, así que no sé por qué mira hacia otro lado cuando urge conocer sus planes. Con mal gusto, algunos califican a Manuel Fraga de momia, aunque sea el único que sea transparente diciendo lo que piensa, algo que no se estila demasiado entre sus correligionarios. El ministro José Blanco se ha quitado las gafas y nunca ha mirado más de frente que ahora para que todos vean la claridad de sus ojos, no la de su talento. Se encaró a los controladores pero hoy parece que el problema se ha desvanecido. Millones de españoles viven en la desesperación del desempleo, sumergidos en la marginalidad y el desánimo. Para paliar su angustia, los partidos mayoritarios se enfrascan en estupideces y aparcan el consenso. El entramado periodístico se queda tan campante cuando los políticos desprecian sus preguntas. Nadie ha decidido plantarse y hacer el egipcio cuando los representantes públicos deciden cuándo toca colocar un titular. Y las asociaciones de la Prensa, con la vista puesta en El Cairo. Que Alá sea quien nos inspire, porque no queda otra.

Publicado en El Norte de Castilla el 9 de febrero de 2011

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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