ESCENA DEL EPISODIO PILOTO DE UNA DE LAS MEJORES SERIES DE LA TV
Soy un fan de Peter Falk y de su personaje, así que pido perdón de antemano. Comencé a verlo en los setenta en aquella sección de la TVE única que pasaban los domingos a las siete de la tarde. Luego me lo volví a encontrar en la década de los ’90 y hasta nuestros días, en los que me doy cuenta de que los he visto todos, y varias veces. Son cerca de setenta episodios más los extras, que ya no eran lo mismo, la verdad. El primero de ellos arrancó como quien no quiere la cosa en 1967. Se titulaba ‘Diagnóstico: asesinato’.
Al contrario de lo que sucede con otros detectives televisivos, ‘Colombo’ tiene algo especial. En primer lugar, que la resolución de los casos atraviesa por un cauce lógico; nada en común con lo que estamos acostumbrados, porque ahora o el guión no tiene sentido o entra en liza un superordenador que conectado a no sé qué satélite hace que, bla, bla… O te encuentras con que la creatividad americana se ‘inspira’ en Colombo para crear a un maniático al que no han colocado gabardina pero que va alicatado hasta el cuello. Me refiero a ‘Monk’.
Colombo es otra cosa. Es fácil sintonizar con él. Abigarrado con su eterna gabardina, despeinado, campechano, fiel a su esposa invisible, sin glamur exterior; sin embargo, la constante que mantiene a lo largo de las once temporadas es siempre la misma: los asesinos pertenecen a la clase alta de la sociedad americana y miran a este desaliñado teniente por encima del hombro, despreciándolo. Él se hace el despistado, como ya sabréis, olvida infinidad de datos, esto, lo otro… “Perdone, señor…” “Oh, noooo, no quería molestarle…” “Una cosita más… Es que este caso me está quitando el sueño”. Y cuando un asesino al que asedia le trata con excesivo desprecio, con desprecio de clase, Colombo suele aplicarle un tercer grado, aunque no sea habitual en él cebarse con su presa.
Ahora Peter Falk ha muerto, padecía el mal de Alzheimer. Su licenciatura en Ciencias Políticas, o su máster en Administración Pública, todo se fue a lo más profundo de su cerebro, igual que su vasta cultura. Al menos permanecerán sus interpretaciones y su filmografía.
Voy a rendir un homenaje a este pequeño judío, con diez minutos del episodio piloto con el que arrancó la serie. ‘Diagnóstico: asesinato’ (1967). Un reputado psiquiatra mata a su esposa. Colombo va a por él. Veamos la finura con la que filosofan.
Peter Falk, descanse en paz.