Suponga que le despiden y su abogado acepta la mitad de la indemnización que le corresponde sin consultárselo. Seguro que le entran ganas de tirarlo por la ventana. Ahora vístase con la piel de un compositor. Imagine que un artista actúa gratis en un concierto benéfico, cantando las canciones que escribió usted, y un inspector de la SGAE regala los derechos de esa música sin preguntarle, movido por un altruismo provocador. No niegue que le gustaría estrangular a semejante patán. El primer supuesto lo comprende todo el mundo, así que resulta inexplicable por qué el segundo suscita tanto desdén.
Teddy Bautista abandonó la música antes de que ésta le dejase a él. Se embarcó en dignificar a los autores y lo logró. El antiguo miembro de Los Canarios dejó de cantar, pero no cerró el pico, porque Teddy parecía mejor propagandista que cantante. Lástima que habiendo hecho una labor extraordinaria velando por los intereses de la SGAE no haya sabido comunicar con acierto la razón de ser de esa entidad. Las legítimas demandas de los asociados se empañaron por contarlas mal y con prepotencia. Para soliviantar aún más los ánimos, Zapatero nombró ministra a la guionista González-Sinde, juez y parte. Se criminalizó a quien compraba un cedé virgen con la imposición de un canon, estigmatizándole como un delincuente en ciernes. Ahora el Gobierno va a erradicar esa ignominia.
La gente no asume que lucrarse del contenido de un disco compacto debe acarrear una contraprestación a los propietarios de esa música. Por eso es lógico que un bar o una peluquería paguen por hacer más confortable la estancia de sus clientes haciendo sonar un puñado de canciones, mientras la caja registradora actúa como soprano. Teddy Bautista desempeñó el papel de Judas en la laureada Jesucristo Superstar. Cuenta la tradición que Jesús resucitó al tercer día y que Judas se colgó tras haber traicionado a su patrocinado. La justicia dirá si Bautista y los suyos deberían ahogarse en el Jordán. Lo que sí está claro es que la SGAE pagará la última cena.
Publicado en El Norte de Castilla el 6 de julio de 2011