De Francisco Franco se aprovechaba todo, como sucede tras la matanza. Eran útiles hasta las falsas cualidades que se le conferían. Se decía de él que hablaba lo justo porque su marcada personalidad transmitía el mensaje al interlocutor sin alargar la visita demasiado. Incluso llegó a estar convencido de que era un enviado de Dios y que tenía encomendada una misión. Por eso se comprende que su cadena de asesinatos llenase el cielo de inocentes, una forma clientelar como otra cualquiera. Al parecer, su mirada te atravesaba. Ahora se explica tanta coherencia: de las intenciones pasaba a los hechos y luego las balas hacían el resto.
Se cumplen 75 años desde que ese renegado traicionase a su país y provocara la mayor matanza de la historia de España. Aquella confrontación segó vidas y cortó de raíz las esperanzas de un pueblo que anhelaba huir del atraso secular. El general y quienes le dieron sostén prevalecieron, creando en torno al dictador una malla de amigos en la que la corrupción era la moneda común. Franco la conocía, pero optó por dejarla estar. La única red que existía en aquella época era la del circo que montó. Y el libro de las caras tan solo era visible en la colección de sellos monotemática en la que el sátrapa viajaba de un lado para otro. El régimen franquista acabó con la izquierda con violencia; actualmente, las urnas son las armas legales con las que la derecha puede darle el tiro de gracia. Hoy estamos familiarizados con el ‘twitteo’; con Franco, piar más de la cuenta podía acarrear que te colgasen en la nube para liberar un poco de espacio. La dictadura no contemplaba las autonomías, y nunca se lo agradeceremos lo suficiente: en aquel país ennegrecido hubiesen sido insoportables diecisiete televisiones emitiendo inauguraciones de obras públicas. El presidente americano Dwight Eisenhower visitó España en plena guerra fría, legitimando al dictador. En aquella época comenzó a fraguar la Internet, aunque nadie lo sabía. Todo suena bastante intemporal. Incluso Franco ya era correo basura.
Publicado en El Norte de Castilla el 20 de julio de 2011