No sería descabellado pensar que llegue el 20-N y Rubalcaba carezca de siglas con las que presentarse. Primero arrinconó la marca PSOE para esconder el estigma del fracaso y el desencanto. El pasado fin de semana mudó la piel roja de sus escenarios y se vistió de color azul, el empleado por el Partido Popular. Los votantes aturdidos ya no saben con qué Rubalcaba quedarse, sin con el de las ocurrencias matutinas o con el que las matiza por la tarde. Si su equipo de campaña continúa con los desvaríos, no resultaría extraño que borraran hasta el nombre del candidato. En realidad, los votantes están saturados de las apariciones físicas del líder socialista, así que sobra machacar con el apellido, empalagosamente omnipresente en los soportes propagandísticos. Este escenario evoca a ‘Saturno devorando a su hijo’. En la pintura de Goya, el dios avejentado practica el canibalismo, con los ojos terroríficamente fuera de sí. El cuerpo mutilado del hijo aparece sin la cabeza y con un solo brazo, devorado por la decrepitud.
El PSOE está inmerso en su particular colección negra y cada día que pasa fagocita una nueva pata de su identidad. Rubalcaba encarna el papel del liquidador societario envuelto en un aura profética. Como producto publicitario está resultando un fracaso de crítica y público. Los compradores no saben con exactitud qué demonios vende, de qué color son sus propuestas e incluso si aún es de este mundo. El exministro del Interior levita al andar, y esto es literal. No se puede negar que es un tipo listo, pero hay que poner en cuarentena su inteligencia política. Hasta la fecha, su campaña no puede ser más errática, difusa, ilusoria y simplista. Todas las encuestas publicadas o no son demoledoras, así que el aparato socialista dice manejar otras que revelan todo lo contrario, para darse un homenaje. Por eso da que pensar si lo que dice Rubalcaba es de cosecha propia o de su núcleo duro. O puede que asistamos a una voladura controlada del partido para que en noviembre no aflore la vergüenza.
Publicado en El Norte de Castilla el 5 de octubre de 2011