>

Blogs

Roberto Carbajal

La aventura humana

La sucursal

Agradezcamos que los ingleses visiten España en masa. Y que alumbrasen a los Beatles, John le Carré o Mister Bean. Suspiremos por que nuestros taxis sean como los suyos. Incluso, ayudemos de buena fe a que se desvele si Shakespeare fue una sola persona. Pero dejémoslo aquí, porque no conviene que se desborde el entusiasmo. Los británicos no levantan pasiones en el mundo, salvo los que se dedican a entretener a la gente.

La influencia política del Reino Unido se ha desvanecido. Comenzó a menguar con el desguace de su imperio asiático. Las conflagraciones del siglo pasado en suelo europeo dejaron claro que son un país contraído que vive de las rentas históricas. Durante la II Guerra Mundial el reino pudo dejar de serlo. Hitler amargaba la hora del té a Churchill y a punto estuvo de claudicar. Estados Unidos acudió en su rescate y al del resto de Europa, algo que estuvo bien, para qué vamos a engañarnos.

 Gran Bretaña tiene con los americanos lo que se conoce como una “relación especial”. Esos lazos son pura conveniencia estratégica. Juega a las cartas en varias mesas y hace trampas. Forma parte de la UE pero su euroescepticismo desprecia adoptar el euro. En el año 2000 el Parlamento Europeo investigó la red Echelon, un sistema de espionaje global creado por la nave nodriza americana, del que también forman parte Canadá, Australia, Nueva Zelanda y los ingleses, naturalmente. El sistema de escuchas atentó contra los intereses europeos, beneficiando a los miembros de esta red. La semana pasada, durante la cumbre de jefes de estado de la zona euro, quedó de manifiesto el aislamiento británico. Su embajador en la UE lloraba por los pasillos buscando que alguien le contase qué se cocía. David Cameron habló ex cátedra por los jardines sin aportaciones útiles. Sarkozy se lanzó a la yugular del primer ministro por criticar y tratar de darle lecciones, sin que alumbrase un solo tributo constructivo. Renunciando a todo atisbo de dignidad nacional, el Reino Unido se comporta como el mamporrero de Estados Unidos.  

Publicado en El Norte de Castilla el 2 de noviembre de 2011

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


noviembre 2011
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930