La democracia es el sistema político ideal para legitimar cualquier cosa. Mientras no se salte la ley de los hombres, un político puede plantearse pintar el cielo de fucsia, y luego ya puede permitirse el lujo de brincar sobre esa ley de los hombres. Tan solo necesita una mayoría y la cara suficiente para tratar de llevarlo a cabo. Pero acumulados los caprichos y de pie ante el precipicio, llega el momento en que los excesos se pagan. En Italia se dieron cuenta tarde, pero no han tenido más remedio que sustituir el circo de Berlusconi por gente seria. En España muchos se han rasgado las vestiduras por que el nuevo primer ministro italiano no haya emergido de las urnas; Hitler llegó al poder tras unas elecciones democráticas, y dejémoslo estar. Estos coros puristas han criticado la llegada de ‘tecnócratas’ al gobierno transalpino. Sentí cierta envidia al contemplar la composición del ejecutivo de aquel país. De entrada, la confianza en Italia comienza a ser cosa hecha. Monti ha sentado las bases del salvamento y ha presentado las medidas con las que arrancará el ajuste. También ha renunciado a dos de los tres sueldos que le correspondían para entregarlos a una causa benéfica. La presidenta de la Diputación de León cobra de doce sitios, y no parece que Isabel Carrasco vaya a desechar ninguno. Nada apunta a que Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha, se conforme con una sola nómina, así que los nuevos dirigentes italianos empiezan a incomodar conciencias.

Podríamos sobrescribir el sistema democrático. ¿Y si los ciudadanos descubren que personas ajenas a los partidos pueden solucionar sus problemas?  Algo similar sucede ya. El Gobierno estadounidense está formado por gente con expedientes ejemplares, sin importar la facción de la que provienen. Y pasan por el tamiz correspondiente antes de ser ratificados, para evitar biografías molestas. En España no gustan los experimentos. Que se lo pregunten a los investigadores. Con el sectarismo hay de sobra. Pero, ¿y si el experimento Monti funciona?   

Publicado en El Norte de Castilla el 7 de diciembre de 2011