Nadie sabe cómo diablos vamos a llenar las arcas del Estado sin subir los impuestos. Tal vez Mariano Rajoy conozca la fórmula, pero no la ha compartido con la ciudadanía. Su discurso de investidura constituyó la declaración de intenciones que esperábamos oír. Salvo la supresión de empleo público y el pellizco que añadirá a las pensiones, lo demás fueron generalidades y algunos guiños a los empresarios. No convenía amargar más las navidades a los españoles, porque lo peor está por llegar, y en forma de recesión. Por muy limpio que haya sido el traspaso de poderes entre el ya presidente y su predecesor, nada difiere tanto como aposentarse en la Moncloa y que comiencen a cantarse las verdades del barquero. Con qué fondos contamos, a quién debemos, cuánto hemos fiado y, la ineludible: ¿vamos a pedírselo a los de siempre? Una inabarcable lista latente de interrogantes que el tiempo irá desentrañando.
Los ciudadanos van a tener menos dinero en el bolsillo durante los próximos años como consecuencia de los recortes y el paro, así que la bestia insaciable del gasto público ensaliva las moquetas hasta que aflore la carnaza. No queda otra que reconocer que el alimento provendrá de las nóminas, el combustible, el IVA, los impuestos de sucesiones, patrimoniales y de mordisquear los flecos de quienes más acumulan. No hay otra. Si queremos mantener el grado de bienestar al que nos hemos acostumbrado, demos por seguro que la visita al médico no va a ser como hasta ahora, la cadena de tertulias a la española con una bacanal de píldoras gratuitas. Pero el flamante presidente Rajoy ha de poner en marcha los mecanismos necesarios para que la maquinaria de la Inspección de Hacienda irrumpa en la contabilidad de los entramados empresariales, que burlan el treinta por ciento de la riqueza de nuestro país. Los inspectores quieren, aunque nadie les ha dado facilidades para ponerlo en marcha. Que los dejen actuar. Que sean didácticos ante el defraudador: El dinero sólo trae problemas, por eso te animo a que me lo entregues.
Publicado en El Norte de Castilla el 21 de diciembre de 2011