A perro flaco, todo son pulgas. Era previsible que la debilidad de España iba a infligirnos dolor. Los depredadores tienen el olfato más desarrollado que nunca y aprovechan para hincar el diente en las presas fáciles. Los argentinos tienen un verbo muy florido, pero a la hora de elegir a sus representantes yerran por vocación. Los años en que Carlos Menem ocupó la presidencia del país fueron un escándalo. Argentina asistía al saqueo de la riqueza nacional, que se desangraba a borbotones. Joyas como YPF o Aerolíneas Argentinas cayeron en manos españolas, a cambio de llenar los bolsillos de quienes detentaban el poder desde la Casa Rosada. Nuestras empresas desembarcaron allí cual caballo en una cacharrería, aligerando la mordida convenida y ordeñando como nadie la coyuntura trazada por la corrupción política. A favor de nuestra industria hemos de decir que contribuyó a la modernización del país, gracias a la inversión en infraestructuras básicas.
España apostó por aquel mercado, pero siempre se escuchaban voces altisonantes contra nuestros empresarios, en una mezcla de complejo de inferioridad y neocolonialismo. Hoy el país está en manos de una mística muñeca de plástico que es manejada por tecnócratas malcriados y una banda de pelotudos. Desde España los ministros amenazan con sanciones, que siempre quedan bien ante las cámaras. Pero es inútil desencadenar una guerra verbal, en la que saldríamos perdiendo quienes más tenemos que perder. Al conflicto, añadamos la enorme población de argentinos que residen en España y los españoles o sus descendientes del otro lado. Para acabar de redondear la ineficacia de las amenazas de nuestro Gobierno, recordemos que la prioridad debe ser preservar los intereses de las empresas que operan en territorio argentino, que son muchas y enormes. A la sociedad privada Repsol no le queda otra que dirimir en los tribunales el coste del justiprecio de esta burla populista. Troquemos lágrimas por neuronas y seamos pragmáticos. ¿O es que vamos a fletar otra Armada Invencible?
Publicado en El Norte de Castilla el 18 de abril de 2012