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Roberto Carbajal

La aventura humana

Transparencia bananera

Estábamos acostumbrados a que el PSOE escamotease a los ciudadanos el acceso a la información. Nos tomaron el pelo durante dos legislaturas con eso. Llegó el Partido Popular y sacó el palo con la zanahoria para que nos creyésemos que cumplirían con el compromiso de elaborar una ley que satisficiera ese derecho esencial. Al principio, todo parecía marchar sobre ruedas. El presidente Rajoy anunció que España iba a contar con una ley de transparencia modélica, única en el mundo. Hasta se llegó a crear un enlace en las webs ministeriales para que la ciudadanía enviase sus propuestas. El Gobierno promovió la constitución de un ‘comité de sabios’ para que revisasen el borrador de la norma y las aportaciones enviadas a través de la Red. Pero durante el último Consejo de Ministros todo nuestro gozo se precipitó a una fosa séptica. Incluso el propio anteproyecto nace sin transparencia y las sugerencias de los españoles han sido desoídas, así como las objeciones de organismos entendidos en la cuestión, como el Consejo de Europa, que apela a que Rajoy y su gente apliquen más ambición a este novedoso capítulo de nuestra loca democracia.

Como hiciese en otras materias, parece que el Gobierno ha vuelto a las andadas. Si todo se desarrolla como sugieren los datos que han trascendido, la dichosa transparencia será tan transparente que miraremos a través de ese pretendido cristal y sólo veremos nuestro reflejo. Uno de los puntos que más ha apagado el entusiasmo y las expectativas despertadas en este asunto apunta a que se aplicará el silencio negativo. Esto significa que si la Administración no responde a un requerimiento de documentación el ciudadano interesado va listo, lo que se traduce en arbitrariedad y burla manifiesta, aunque la pregunta no versara sobre la seguridad nacional.

La corrupción podría evitarse si sometiésemos al escrutinio público las actividades de todo el entramado institucional. Pero el político quiere administrar las sombras bajo la premisa de que la información es poder, y el pueblo, estúpido.

Publicado en El Norte de Castilla el 23 de mayo de 2012

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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