Han transcurrido treinta y siete años de democracia y la crisis ha demostrado que en España sólo funciona la selección de fútbol. El equipo que tantas alegrías ha dado a este país se ha convertido en el paradigma de lo que debería ser el colectivo nacional. Fueron elegidos por ser los mejores en su disciplina, se mantienen fieles a su estilo y no abandonan la forma en que conciben la tarea que se les encomienda. Tienen fe en lo que hacen y se despojaron del complejo de inferioridad que durante tanto tiempo atenazó a otras generaciones de españoles, gracias a poner en práctica todo lo anterior. Los éxitos llegaron bajo la sabiduría de dos seleccionadores excepcionales que conocen lo que esconde un futbolista mucho mejor que lo que muestra. Gracias a la conjunción de esos factores, nuestra selección de fútbol es hoy respetada en el mundo y aquí también, que era lo más difícil.

Pero en contraposición a que las cosas terminan funcionando si se hace lo correcto, nos encontramos con el resto de las piernas de España. Debemos preguntarnos por qué diablos hemos permitido que las instituciones del Estado no pasen de octavos de final. Hoy todo el mundo ha despertado del letargo y se ha topado con que los organismos de control no funcionan, son sociedades secretas en las que anidan funcionarios bajo sospecha. CGPJ, Tribunal de Cuentas, Banco de España, Tribunal Constitucional, Senado o la burla del Congreso de los Diputados. La división de poderes en España es una entelequia inaceptable. El Congreso no controla al Gobierno porque la palabra de Moncloa va a misa; el serrallo de los jueces, el Constitucional, el Tribunal de Cuentas, coronados de miembros elegidos por los partidos políticos fieles a la voz de sus amos. Juntos, espolean el desmadre en vez de embridarlo.

Debe ser esencial elegir a los mejores para representar a España, cuando es más necesario que nunca, pero priman la discrecionalidad, el nepotismo y la falsedad. Al margen del marcador de esta noche, la Roja sacará los colores al resto.            

Publicado en El Norte de Castilla el 27 de junio de 2012