Berlín, 1945. Hitler se atrinchera en su búnker con algunos de sus íntimos negando la realidad: Alemania ha perdido y el país está devastado. Madrid, 2012. Rubalcaba se esconde en su cueva de Ferraz tras la debacle de Galicia y Euskadi. A diferencia de lo sucedido tras el éxito relativo en Andalucía y Asturias, Alfredo, el hermano mayor, el padrino del PSOE, no ha comparecido para explicarse. Está agazapado tácticamente, que es la forma con la que se describe a quien no sabe por dónde le llueven las bofetadas. En su lugar, envía a su Eva Braun particular, Elena Valenciano, y al remedo de Goebbels Óscar López, el ‘gauleiter’ castellano y leonés del líder, territorio en el que no nace pero pace.
La película de Oliver Hirschbiegel que da título a este texto narra fielmente los últimos días de alguien que creyó tener el poder absoluto. El cargo de ministro del Interior unido al de vicepresidente da un empaque enorme. Pero si a la herencia recibida y compartida le sumamos la soberbia, o el mazazo por el naufragio de toda expectativa, es para enloquecer. Alfredo aún no ha perdido el juicio; es el campeón del fracaso electoral y se ha mostrado incapaz de convertir al PSOE en un partido cohesionado que vuelva a ser una alternativa al omnímodo PP. Porque aun siendo grave la debacle electoral que engarzan los socialistas, robustecer al PSOE es un asunto capital para nuestra democracia. España no puede permitirse el lujo de perder de vista a una formación hegemónica históricamente y contrapoder parlamentario desde la Transición. Es una tragedia para el sistema que quienes ostentan el Gobierno no cuenten con interlocutores antagonistas con visión de Estado e implantación nacional. Ese espacio ha sido ocupado por el nacionalismo periférico y una izquierda fragmentada beneficiada del descontento social, pero sin opciones. Y la democracia precisa de un paradigma que contemple a la socialdemocracia.
Muchos socialistas piden que rueden cabezas. No es necesario que suceda eso. Basta con asomarla, hablar y despedirse.
Publicado en El Norte de Castilla el 24 de octubre de 2012