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Roberto Carbajal

La aventura humana

El rey dinámico

El Rey está asustado por la situación dramática que vive España, porque no hay por donde cogerla. Dejando a un lado los líos familiares y la secuencia de la institución, el jefe del Estado llamó a las cosas por su nombre. Apoyado sobre la mesa del despacho, en una imagen insólita que pretendió transmitir dinamismo y cercanía, Don Juan Carlos repasó la crisis total que azota a nuestro país. Hizo un guiño obligado al Gobierno acerca de los brutales recortes puestos en marcha, al asociarlos con el hecho de que el sacrificio traerá consigo la recuperación. Más allá de esta complicidad institucional y forzada, el Rey entró a fondo en el meollo de la cuestión que atenaza la salida de la profunda sima en la que estamos sumidos. El monarca apeló al espíritu de la primera Transición, esa que sentó las bases de nuestra joven democracia. Anteayer el Rey esbozó su deseo de que comencemos otra transición, la que desatasque a nuestro país de una vez. Su llamada a la política con mayúsculas, a la necesidad de que todas las fuerzas ideológicas e institucionales comiencen a tomarse en serio este lío que aún podemos llamar España, centró su mensaje navideño. Y es que era necesario que la principal cabeza del Estado diese un golpe sobre la mesa, porque nos encontramos ante una incertidumbre que tiene enroscada a la ciudadanía. Al Rey le resulta dramático el paro y el exilio forzoso al que se ven abocados los jóvenes, de quienes espera su regreso, para que aporten lo aprendido al país que los formó.

Como ‘leitmotiv’, Don Juan Carlos clamó por que los políticos tuvieran amplitud de miras. Lo siento por él y por nosotros, pues es sabido que aún están en el armario. Y eso que los necesitamos más que nunca, así que habrá que importarlos. Él hace su trabajo obteniendo contratos para nuestras grandes empresas cuando viaja al exterior, donde conserva un peso colosal. Es nuestro gran conseguidor. Mientras, aquí sólo encontramos tontería y corrupción, a la que el Rey no hizo mención. Pero esa es otra historia. ¿O quizá no?

Publicado en El Norte de Castilla el 26 de diciembre de 2012

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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