La gente debe de pensar que atrapar a un comando terrorista es pescar en un barril de peces. Un policía se planta ante un sospechoso fingiendo ser vendedor de biblias. Le pregunta si le interesa una y, de paso, trata de hacerle confesar que es terrorista. Si pica, eso es todo. Incluso en España, las cosas no funcionan de ese modo. Se requiere de paciencia, mucha paciencia; inteligencia, sacrificio, mechar de buenos el corazón de los malos y rezar por que no te descubran. Una vez logrado lo anterior, el ciclo se repite. Hasta que llega el idiota de turno y lo echa todo a perder. Ese idiota suele ser casi siempre un político oportunista a quien su interés le lleva por la senda equivocada. Como no tiene escrúpulos, le entran las prisas por tirar la caña en las alcantarillas del Estado. Le importa un bledo poner el ventilador en marcha, porque es un ventajista sin conciencia. Así es la política: una tienda de los chinos.
Pero todo tiene un límite. Confundiendo el culo con las témporas, la Fiscalía pide encarcelar a dos de los artífices del éxito antiterrorista. Hablamos del ‘caso Faisán’. Se dio un chivatazo táctico y los oportunistas lo vieron como una ocasión para atacar a Rubalcaba, el entonces amo de Interior. Para dar con el pez grande debes darle cuerda al pez chico. Eso es lo que sucedió en este caso. Existía una cadena de funcionarios infiltrados en ETA, otros haciendo de camareros, limpiando las calles o vendiendo periódicos. Los Servicios tenían monitorizado todo lo que se movía en el bar y era el cordel que conducía hacia los cimientos de la banda. Pues no: el tonto interesado se fija en el dedo cuando señalas la Luna. Y la estulticia procesará al jefe policial Enrique Pamiés y al inspector José María Ballesteros, artífices del desmoronamiento de la organización, acusados de revelación de secretos y colaboración con banda armada. La Policía está desmoralizada. Si lo que se buscaba era la cabeza de Pérez Rubalcaba, a buenas horas. El cerebro y su envoltorio ruedan colina abajo desde el año pasado.
Publicado en El Norte de Castilla el 24 de abril de 2013