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Roberto Carbajal

La aventura humana

¿Necesitamos otra guerra?

Europa Occidental podría pasar a la historia como la civilización más estúpida de la Tierra. Este territorio forjó a base de sangre y fuego entidades que fueron amalgamándose en los estados modernos que hoy contemplamos. En el amplio suelo que pisamos afloró la mayor masa de conocimiento útil jamás soñada. Los vaivenes seculares entre pueblos asolaron el continente y, sólo en el siglo pasado, las contiendas acabaron con casi cien millones de vidas. Tras la II Guerra Mundial un puñado de visionarios sembraron el germen de una Europa estable, próspera y pacífica, que sirviese de vacuna para no repetir los errores pretéritos y asentar los cimientos de un futuro compartido.

Lamentablemente, el entusiasmo con que Monnet, Schuman, Adenauer y otros abonaron aquel propósito se está diluyendo. La contagiosa obstinación alemana y la responsabilidad alícuota del resto conducen esa aspiración hacia el abismo. El canciller alemán Helmut Kohl legó a su sucesora aquel anhelo de lograr una Alemania europea y no una Europa alemana. El semanario británico The Economist tildaba hace unos días de “sonámbulos” a los líderes europeos, e ilustraba su portada con algunos de ellos al pie de un acantilado. Europa no puede continuar por esta senda y resurgen con fuerza peligrosas estampas ultranacionalistas que parecían un mal sueño. Recordemos que no sólo es Merkel quien se sienta en el Consejo y Alemania la que aporta los fondos. Baste el ejemplo de que España e Italia juntas sobrepasan ampliamente a los germanos en sostener el entramado europeo, y son estos últimos quienes inclinan la rodilla ante la impertérrita canciller, que además de dirigirnos cumple como mamporrera de sus oscuros bancos.

España merece un capítulo monográfico en idiocia, aunque estoy seguro de que la describirían mejor historiadores extranjeros, como siempre. Haciendo una proyección del futuro, vendría bien otra guerra. La historia demuestra que la prosperidad vuelve a manar tras esa catarsis. Y es muy triste reconocer que sea de ese modo.

Publicado en El Norte de Castilla el 29 de mayo de 2013

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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