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Roberto Carbajal

La aventura humana

Papanatismo

Muchos se han quedado pasmados tras la entrevista al papa Francisco publicada en la revista La Civiltà Cattolica. ¿Qué esperaban, banalidades, grandilocuencia? Algunos han perdido los papeles tras leer que el jefe de la Iglesia católica manda a sus aristócratas que corrijan el tiro y se bajen del haiga. Fuera las cruzadas contra los homosexuales, menos obsesión con el aborto y más cercanía con los que sufren. Ante todo, Jorge Bergoglio pide a los que callan ante el pasmo y a quienes se pavonean entre oropeles que sigan el brío del Evangelio y las enseñanzas de Jesús de Nazaret, una doctrina vapuleada y eclipsada por la coartada intelectual y el fanatismo. El Papa va directo al grano y eso no ha gustado a los pomposos. El pontífice al que todos ellos alababan por su campechanía se ha convertido ahora en la bicha que los ha dejado con las vergüenzas al aire. Quienes de verdad lo celebran son los miembros de la Iglesia de base, voces muy potentes, pero cuyos predicamentos no gozaban del altavoz del poder.

También es de lo más vacuo el debate sobre si el Rey debió ser intervenido en un hospital público, un acto que se entendería como el claro posicionamiento del monarca en defensa del sistema público de salud, tan necesitado de adeptos. Centrémonos de una vez: si Don Juan Carlos se opera en una clínica privada, mal; si lo hace en un hospital público, peor. Imagino qué sucedería si el jefe del Estado elige La Paz cada vez que tiene una dolencia (es decir, cada dos por tres). Estoy convencido de que se alzaría el lelo corifeo que acusaría a la institución de trato de favor, que no tiene que soportar la lista de espera como sus súbditos, que menuda molestia con el servicio de seguridad, que toda una planta para él y este tipo de buhonerías. Lo que importa de veras es el equipo médico y técnico que toquetee el cuerpo del Rey, no el lugar. Puestos a hacer comentarios ramplones, podrían montar un quirófano móvil en un teatro, aprovechando que están vacíos gracias a la estupidez humana. Demasiadas fruslerías.

Publicado en El Norte de Castilla el 25 de septiembre de 2013

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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