El ministro Fernández Díaz cree que la gente está más guapa calladita y en casa. Este santurrón, que compara el aborto con ETA, trabaja en una ley que desempolva las palabras de Manuel Fraga durante la dictadura, “la calle es mía”. Costó más de cuarenta años reimplantar la democracia y, con ella, el derecho legítimo al pataleo en la vía pública. El anteproyecto, que podría aprobarse el viernes del susto o muerte, pretende fulminar las manifestaciones y acojonar a la gente. El gobierno popular quiere que los ciudadanos tengan miedo a expresar su indignación. Si no, es inexplicable que puedan aplicarse multas comprendidas entre 30.001 y 600.000 euros a una persona que insulte o grabe, respectivamente, a un policía en el fragor de uno de esos actos. ¡Anda ya! La norma también pretende que nadie se congregue a las puertas del Congreso u otras instituciones ni encaramarse a sus tejados, aunque esté que se sube por las paredes. Recordemos que el derecho a la huelga y la manifestación está consagrado en la Constitución, razón por la cual el borrador nace ya con la sospecha de ser ilegal. Muchas de las medidas represivas contra el basamento democrático que pretende implantar el ministro son indecentes. Tomemos el episodio de los vecinos que grabaron la paliza que le costó la vida a un ciudadano barcelonés. Los Mossos d’Esquadra les pidieron que borrasen el contenido de sus cámaras. El mero hecho de abrir la puerta a un agente es un acto de estupidez sin que medie una orden judicial o esté en riesgo cierto la vida de las personas.

Pero la verdadera intención del dichoso papelote es la represión del cabreo ciudadano. La derecha es ‘gente de orden’, le gusta que todo esté en su sitio. Por eso, cuando llega al poder, esa idea la lleva al paroxismo. Si lo que sucede hoy en España no es merecedor de salir a la calle, ¿qué va a serlo? Los escraches, las aglomeraciones en la vía pública durante las protestas, el apoyo a los desahuciados… todo será sancionable. Pues, nada: que viva el franco. El suizo y el gallego.

Publicado en El Norte de Castilla el 20 de noviembre de 2013