El juez Castro ha citado como imputada a la Infanta Doña Cristina por blanqueo y delito fiscal. Ahora toca esperar a ver si, precisamente, ella se sienta en el banquillo, porque la maquinaria del Estado aplicará toda su potencia para que sus reales posaderas no se apelmacen ante el retrato de su padre.
Hay quien aún piensa que los españoles están demasiado ocupados en salir adelante como para dedicar su preciado tiempo a un asunto ‘particular’. Quizá incluso crean que la cultura del latrocinio forma parte de nuestra idiosincrasia o que los nubarrones los forman la crisis y el desempleo, y no que una princesita esté bajo sospecha de habérselo llevado en crudo. Sería un error plantear el ‘caso Nóos’ como una fruslería sin importancia y guardarla en el mismo cajón de sastre de la corrupción que ha arruinado la credibilidad de todo el sistema. Es más bien todo lo contrario: no ha sido la obcecación del juez Castro la que nos ha llevado a esta encrucijada, sino que la cuña insertada en la estabilidad de la Jefatura del Estado tiene como autores a miembros de la Familia Real. Comenzó a clavarla el propio Iñaki Urdangarin con su demostrada impunidad en saquear las cuentas públicas; continuó martilleando ese pedacito de madera la Infanta, que debió declarar por iniciativa propia y despejar la sombra de la sospecha, evitando así que la Fiscalía quedase con las vergüenzas al aire. Ahora se abrirá un proceso exculpatorio en el que la Abogacía del Estado y el ministerio público crearán el artificio para desmontar el caso, retirándose como parte responsable en la defensa patrimonial del Reino de España. Esta estrambótica y probable acción socavaría la credibilidad de nuestra democracia, dejando tan solo a la acusación popular del pseudosindicato Manos Limpias como dedo acusador.
Desde que este caso viera la luz, los ciudadanos están convencidos de que la justicia no es igual para todos, a pesar de que el Rey dijese lo contrario hace un par de navidades. La monarquía se tambalea, más que Don Juan Carlos el lunes.
Publicado en El Norte de Castilla el 8 de enero de 2014
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