Leopoldo II de Bélgica fue un gran cabrón; no uno de esos de andar por casa, sino un genocida de manual. Que nadie se escandalice, pero bajo su reinado masacró, esclavizó, humilló y esquilmó a los pobladores del llamado Congo Belga, hoy bautizado como no sé qué república democrática. Conviene tenerlo presente, no sea que perdamos las referencias.
Mientras Occidente disfruta de un nivel de vida inmoral, oleadas de personas, también llamadas subsaharianos, inmigrantes, chusma o escoria reclaman un pedazo de bienestar del que se les privó en la primera etapa colonial. Se descolonizó mal, ¿saben? Las potencias europeas abandonaron a su suerte a aquellos pueblos o lo que quedó de ellos. Se constituyeron en naciones tuteladas por sus antiguas metrópolis y, en un ejercicio de hipocresía que destroza cualquier baremo, continúan ejerciendo el control de sus posesiones de antaño. El caso belga no difiere demasiado de la política que aplica Francia en esa zona del mundo, cuando envía tropas para salvar el cortijo. África es un tesoro, una joya oculta bajo el subsuelo del que los países primermundistas no tienen intención de desprenderse. Uranio, cobalto, platino, petróleo, oro, diamantes, cobre, coltán y manganeso… Nada de eso, que dirían Les Luthiers: los europeos no vamos a desentendernos de semejante botín. Además, a fin de cuentas, quiénes son esos muertos de hambre, ¿acaso se han ganado no uno, sino dos futuros venturosos? Vienen a reclamar unas migajas del pastel que hemos cocinado con sus ingredientes y les decimos que no hay sitio para ellos en derredor del mantel. La derecha rancia y los ultras estarían encantados si la ballena se los hubiese tragado, en vez de a Jonás. Pero no, están vivos y coleando. Y cada vez son más quienes vienen para quedarse. Además, materialmente, los necesitamos para repoblar nuestros pueblos y trabajar otra fuente de riqueza, los campos abandonados, un potosí inexplicablemente repudiado. Y para sostener el estado del bienestar. Es que uno se vuelve muy egoísta con los años.
Publicado en El Norte de Castilla el 5 de marzo de 2014