Un tipo que mete la mano en la caja de caudales públicos es un indeseable. Si además recibe un maletín por haber concedido prebendas a unos amigos estrujando esa misma caja lo convierte en repugnante. Pero, claro, como se dedica a la política sus pares lo tratan con misericordia, cuando no con jaleos. Tanta comprensión que, con suerte, será indultado por obra y gracia del gobierno, da igual el color. Con la corrupción sucede algo parecido a que una novia lance su ramo de espaldas a los convocados: es fácil que caiga sobre alguien que pondrá cara de lelo por semejante gracia. Puede que quien recoja el testigo termine haciendo lo mismo, constituyendo una cadena de compromisos desaforada.
Viene a cuento lo anterior porque, si tomamos el mapa de España y lanzamos un dardo, seguro que se clava en alguna localidad en la que serpentean episodios de corrupción que carcomen el parqué institucional. El hecho de que los casos más relevantes se circunscriban a las zonas más importantes del Estado no oculta que el conjunto del país apeste. Tal vez no hay ni voluntad, jueces ni policías suficientes para investigar en cada rincón del reino, pero no cabe la menor duda de que la putrefacción que emana de la política y la empresa dejaría petrificado al más confiado si se sacudiesen todas las alfombras. Basta con tener el arrojo de tirar del hilo y desenrollar la madeja. Lo ha advertido un banquero: la corrupción desestabiliza el sistema, y este hombre pertenece a un sector que conoce estos asuntos al dedillo y en persona.
Cualquiera que se tome un mínimo de interés podría narrar las aventuras del político local o el empresario que disfrutan de una vida robada. Por tanto, siendo la corrupción un cáncer que se aferra al corpus en metástasis imparable, cuesta digerir que no se abra en canal a este viejo país y veamos qué diablos hay dentro. Vivimos una sola vida y hemos de ponernos manos a la obra para regocijarnos con ella. O sea, que a cortar, sanear, airear y coser de una puñetera vez. Y los restos, al crematorio.
Publicado en El Norte de Castilla el 19 de marzo de 2014