En la colina en donde se agolpan agujas de hormigón, un grupo de vecinos quiere crear un huerto comunitario que no gusta en el ayuntamiento. Esta práctica está regulada, como en los países comunistas, pero vestido de normas democráticas que lo legitiman todo, siendo la prohibición la primera de ellas. Como sucede en el resto del país, un grupo de vecinos quiere tener su propio huerto. Hay quien lo hace para entretenerse y otros para autoabastecerse, siguiendo aquella máxima de Tolstói de que un pueblo no puede ser libre si no se procura su sustento. Estas enseñanzas fueron aplicadas por los judíos rusos que se instalaron en Palestina en la segunda ola migratoria. Aplicando la filosofía de los koljoses soviéticos promovidos por Lenin, iniciaron esa actividad alumbrando los kibutz, sin cuya existencia no se entendería la viabilidad de Israel. Salvando las distancias, los judíos que dieron forma al Estado hebreo y a diferencia de estos, los intrépidos vecinos de Parquesol quieren autoabastecerse de verduras y lo que produzca un pedazo de tierra sin edificar. Confían en que ese microfundio aporte entretenimiento, alimentos y salpique de dignidad a quienes se les ha arrebatado lo anterior. Pero ya sabemos que los políticos recelan de las iniciativas que no controlan, entre otras razones porque mientras se cava se piensa y también aflora la conciencia de pertenencia a algo que permaneció larvado.
Los vecinos de Parquesol que quieren labrar la tierra tendrán que pelear contra el alcalde y pasar por encima de su cadáver, eso seguro; claro que desde el ayuntamiento se puede aplicar la ley y ser flexible al mismo tiempo, no vaya a ser que los desposeídos de sus derechos aquilaten una conciencia colectiva que los convierta en el germen de una amenaza electoral. El movimiento vecinal está casi muerto, salvo excepciones como el Gamonal burgalés, del que sacaron petróleo y concienciaron de su fuerza al resto del país. Si León de la Riva tiene la costumbre de mirar en el interior de la gente, esta es una buena ocasión.
Publicado en El Norte de Castilla el 30 de abril de 2014