El papa Francisco, un exportero de discoteca que no gusta a los aristócratas de la Iglesia católica, contempla abrir la puerta de las alcobas para dar cobijo a las necesidades humanas de los ministros de Dios. No es dogma de fe que un sacerdote deba guardar el celibato, así que el debate sobre si el cura de la parroquia de al lado debe tener la oportunidad de desarrollarse como una persona normal ya está en marcha. No tiene ningún sentido que a un hombre de carne y hueso se le conceda el disfrute del hueso y se le prive de la carne. El mero hecho de cercenarle la vertiente sexual a cualquiera acarrea una serie de desarreglos indeseables, que, en el caso del sacerdocio, ha convertido a la Iglesia en el foco de todos los escándalos. El proceso será largo, pero el debate ya está en marcha. Cuando la jerarquía católica decidió que las mujeres eran fruta prohibida para sus confesores, a los hombres dedicados a propagar la palabra de Dios se les colocó contra natura tras un muro casi infranqueable. El caso de las mujeres merece un capítulo aparte, dado que contiene muchas más aristas y a nadie se le escapa su voluntariedad de renunciar a lo mundano y dedicar su vida a la contemplación. Igualmente, en otro apartado cabe ubicar a la mujer en su derecho al sacerdocio, cuyo desempeño sí es posible en la Iglesia anglicana.
Chi va piano, va sano e va lontano. Es decir, quien va despacio llega seguro y lejos, así que dejemos que Jorge Bergoglio inicie su incipiente revolución, por la salud del sacerdocio y la despreocupación de los Pequeños Cantores de Pajarillos, si es que existen. Tampoco pidamos al Papa que permita pronto los matrimonios homosexuales entre sacerdotes, porque podríamos perder la mano de tanto pedir. Son sólo reflexiones, dado que ha sido el Santo Padre quien ha abierto el melón, no yo. La ortodoxia más reaccionaria criticará al heredero del trono de san Pedro con discursos hipócritas sobre un asunto que tantas vidas ha truncado. Preguntemos si no a huérfanos, estudiantes, monaguillos y novicios.
Publicado en El Norte de Castilla el 28 de mayo de 2014