España es un país creativo, vibrante y visceral. Ahora que afrontamos la histórica abdicación del Rey, la terrible crisis económica y buscamos disolver el desafío nacionalista, debemos aplicar las dos primeras cualidades. Con el melón de la sucesión en la Jefatura del Estado, una legión vehemente se ha lanzado en tromba reclamando un referéndum para que los españoles decidamos si queremos continuar con el vigente sistema político o implantar de nuevo la república. Por muy respetables que sean ambos extremos, no debemos caer en el debate sobre la legitimidad de un sistema frente al otro. La monarquía ha brindado un extraordinario rendimiento al conjunto de España y, a pesar de los lamentables acontecimientos de los últimos años, el oficio de Don Juan Carlos durante casi cuatro décadas ha cosechado más luces que sombras. La monarquía en sí misma es un régimen bañado de ilegitimidad, si lo circunscribimos a la forma en que se ha aplicado a lo largo de los siglos, en los que ha predominado la tiranía frente a los derechos ciudadanos. Por fortuna, las carambolas de la Historia han devenido en reinados asumidos con inteligencia en las sociedades modernas. En nuestro caso, la Casa Real se ha convertido en la mejor oficina de relaciones públicas que nadie haya soñado para abrir a este viejo país al exterior. Mientras la política es proclive a dar tumbos por la impericia y la soberbia, Juan Carlos y Sofía se erigieron en la cara institucional solvente y seria. El Rey ha paseado la imagen de España como una marca de prestigio, abriendo puertas en donde la política se mostraba incapaz.
No soy monárquico, pero sí pragmático, así que defiendo con serenidad la continuidad del sistema. No obstante, y regresando a los desafíos secesionistas, se deben atender las demandas ciudadanas. Hoy no toca implantar la república en España. Apelando a la creatividad a la que me refería, planteémonos interpretar la Constitución, enriquecerla y dirigirnos hacia una monarquía federal. Sin duda, comienza la segunda transición española.
Publicado en El Norte de Castilla el 4 de junio de 2014