Aquellos que durante años mostraron en público su desprecio por el sentimiento de todo un pueblo; los mismos que se dedicaron a difundir listas de productos catalanes para someterlos a boicot, paridas desde los despachos del poder; esos que, entre chascarrillos y desahogo, fomentaban el consumo de bebidas espumosas frente al cava durante las navidades; la misma gente que ahora pide el despliegue de la Guardia Civil en Cataluña si, finalmente, se desobedece el mandato constitucional en aquel territorio convocando un referéndum secesionista… Esos, precisamente, son responsables en gran medida del desafío al que nos enfrentamos hoy. Porque, amigo mío, si tú fuiste partícipe de semejante irresponsabilidad, ahora no te lleves las manos a la cabeza. Al margen de que la semilla revolucionaria siempre ha proliferado en tiempos de estrecheces e incertidumbre, situaciones como la que nos ocupa tienen responsables fácilmente identificables. La lengua y la diferenciación cultural vivifica el arraigo de pertenencia a un ente cuando éste es atacado desde el exterior, aun dándose la circunstancia de que las posiciones de partida sean moderadas o incluso contrarias a la deriva independentista. Es tremendamente sencillo arengar a las masas mostrando el desdén con que se tratan asuntos tan delicados como los sentimientos. Poco importa ahora si refrendar la opinión ciudadana sobre este asunto es legal o no; tarde o temprano, si no se trata de revertir la visión recíproca que unos españoles tienen respecto a otros, el futuro es irremisible.

Durante la sobrecogedora manifestación del pasado 11-S, la televisión gubernamental catalana exhibió testimonios de adolescentes mostrando su desprecio por la nacionalidad española. Todo es producto de la dejación de funciones y de la ausencia de políticas integradoras inaplicadas en todo el Estado. El desconocimiento del otro y el adoctrinamiento en las escuelas ponen la guinda a este pastel fermentado por la demagogia y el victimismo. Y ahora, ¿quién será capaz de hacer bajar el suflé?

Publicado en El Norte de Castilla el 17 de septiembre de 2014