A Jesús Presencio, la Policía Local le hizo un control de alcoholemia en el que no se midió su ego. Ampuloso y un tostón de tipo, llegó a la política para servirse de ella. Este prejubilado va a pasarse cuatro años cobrando una pasta gansa gracias al morro, prominencia que sí midieron las fuerzas de varios cuerpos. El partido político del que se sirvió no sabe cómo diablos quitárselo de encima. Supongo que lo expulsarán y el tipo se irá con su acta a otro asiento hasta que acabe el actual mandato, pero cabe preguntarse por qué casos como este siguen produciéndose en nuestro país. Hay quienes creen que el acta de concejal es personal e intransferible, amparándose en la ley. ¿A que está bien? Aunque la cuestión es si el sujeto llega al poder gracias a las siglas que le dieron amparo o por su gracejo personal. He aquí el dilema. Partidos como Ciudadanos se han encontrado con unas expectativas electorales que ni ellos alcanzan a creerse, de ahí que para completar las listas se cuelen indeseables como el de la primera línea. Son formaciones que no cuentan con cuadros directivos con un mínimo de experiencia en la vida pública. Albert Rivera aspira al poder y las encuestas parecen darle la razón. Pero sucede que un partido como el suyo no han tejido una plantilla que pueda satisfacer con garantías las exigencias de gobernar una nación, que son palabras mayores si lo comparamos con un ayuntamiento. El coladero de Presencios podría ser bestial, salvo que la marca blanca del PP tire de patas negras recomendados por la Idea matriz del aún presidente del Gobierno. Ahora bien, ¿por qué los grandes partidos no se ponen de acuerdo para legislar contra tránsfugas y demás familia? Llevamos casi cuarenta años de democracia y este asunto sigue sacudiendo el mundillo político y cabreando a los ciudadanos. No es difícil dictar una ley que acabe con los Presencios de turno. Es tan simple como publicar en el BOE que quien se presente bajo una cobertura de chocolate blanco la pierda si se pasa al chocolate negro. Es un dolor.
Publicado en El Norte de Castilla el 4 de noviembre de 2015