España se ha quedado vieja, es un carcamal de país. Se necesita darle un revolcón para poder hacer frente a los desafíos que imponen los nuevos tiempos. El sistema productivo español se basa en el sector servicios, somos los camareros de Europa, dicho con todo el respeto a la profesión. La agricultura está desangrándose y cada día desaparecen explotaciones ganaderas por el abuso de las transnacionales y la pasividad de los gobiernos. La despoblación del campo español constituye un drama, al que hay que aplicar una doctrina revolucionaria, no dejar que muera y se convierta en un páramo. Una muestra de la sangría son los miles de jóvenes que abandonan su lugar de nacimiento para emigrar a otras naciones con más oportunidades de empleo. Hemos formado ingenieros que no tienen un nicho laboral en su propio país. No nos engañemos: España no es el mejor sitio del mundo en el que la investigación y la tecnología primen sobre esta inercia desastrosa que constituyen los trabajos a tiempo parcial en los centros de servicios. El auténtico valor añadido del mundo de hoy ancla su basamento en el desarrollo tecnológico, en la creación y la cultura. Esta es la esencia de la prevalencia de un país robusto y con futuro. Pero no solo necesitamos afrontar reformas en el sector económico; las instituciones que durante décadas tuvieron sentido ahora se muestran como puras antiguallas. Empezando por la Constitución, a la que sigue la obsolescencia del propio Estado. No contamos con una Administración ágil que satisfaga la nueva realidad. No debe ser la impulsora del empleo, sino allanar el camino para que este florezca. Pero para que la nueva realidad salga a la luz, es necesario un compromiso de largo alcance, en el que gobiernos, actores sociales y la revolución educativa necesaria franqueen el terreno. Sin estas premisas, el futuro se nos escapará entre los dedos como la arena. Y para que esta tragedia no nos haga sucumbir, todos debemos mojarnos y no dejarlo en las manos equivocadas; debe ser un testimonio activo. La sociedad ha cambiado y necesitamos un plan.
Publicado en El Norte de Castilla el 13 de abril de 2016