Resulta que ahora nos damos cuenta de que en España se censura. Vaya. ¿Hacia dónde estábamos mirando antes? Daba la sensación de que vivíamos en una democracia madura y que se ‘seleccionaba’ la información en los informativos de las radiotelevisiones públicas y punto. Constituía un hecho puramente anecdótico, si se me permite la frivolidad. Ahora todo ha eclosionado y se acumulan los casos en los que los autores no pueden expresarse como quisieran. Se secuestran libros, se procesa a titiriteros, se encarcela a raperos por reírse de las instituciones y de quienes las representan y una larga lista de procesos que tan solo hace que nos sonrojemos como país. Fuera de España, nuestra marca rueda por los suelos. El oráculo ‘The New York Times’ nos afea este déficit democrático. Las Naciones Unidas se manifiestan en la misma línea, mientras que en España se reformó el Código Penal para incluir un ‘totum revolutum’ en el que se previene a la ciudadanía de que aún persisten figuras intocables. La llamada ‘ley mordaza’ del Partido Popular sigue campando por sus fueros y las fuerzas que la criticaron continúan sin ponerse de acuerdo para derogarla en el Congreso.
La buena noticia es que la libertad de expresión está siendo atacada, sí, pero esto no significa que este pilar consagrado en nuestra Constitución vaya a convertirse en una guerra perdida. Al poder no le satisface que se le critique y frente a eso los medios de comunicación están realizando una tarea extraordinaria. La gente ha dado un respingo ante las amenazas censuradoras y va a defender este derecho a la par que otros esenciales de nuestra democracia. El mal gusto no significa que deba pasar por el cedazo de la censura. Para eso está el mercado, para condenar al extrañamiento determinadas propuestas. Las fotografías retiradas de la exposición de ARCO simplemente no eran dignas de ser calificadas como arte contemporáneo. Eran pura bazofia que no merecían haber pasado el corte para ser mostradas. Reflexionemos, no vaya a ser que perdamos el sentido de distinguir el polvo de la paja.
Publicado en El Norte de Castilla el 28 de febrero de 2018