Cuando la gente enferma está desesperada, entran en juego los curanderos y su versión moderna: los homeópatas. Bautizadas como medicinas alternativas, estas prácticas pseudoterapéuticas se han hecho muy populares. Siempre hay alguien que conoce a alguien que a su vez sabe de otro que se ha curado gracias a las sustancias que ha amalgamado un lugareño en un remoto pueblo de provincias. El boca oreja funciona y quienes mezclan todo tipo de hierbas y aceites se llenan los bolsillos gracias a la buena fe de los desesperados. Las dolencias que padecen los pacientes abarcan todos los campos: desde el cáncer a problemas de varices. Nadie ha probado científicamente que estos mejunjes gocen de cualquier acción terapéutica, pero hay quienes creen a pies juntillas en sus improbables beneficios.
Al margen de esos patéticos chamanes, pero no demasiado, la homeopatía juega en otra liga. Es el mismo fraude que el curanderismo, solo que mueve millones de euros y sus productos se venden en farmacias, además de ser prescritos por profesionales de la medicina. Y aquí radica el problema. Si el doctor recomienda a su paciente una alternativa a unos medicamentos que no acaban de devolverle la salud, el enfermo entra al trapo como un mihura. La condición de médico le da una pátina de credibilidad al consejo alternativo, por lo que desde la óptica del paciente el producto no puede dañarlo. La homeopatía consiste en diluir hasta el infinito una sustancia en agua y otra muestra en más agua. Es decir, lo que se ingiere es agua con unos átomos de vaya usted a saber qué. El peligro radica en que los usuarios de este negocio abandonan la medicina tradicional probada empíricamente. Se convierten en consumidores de algo caro y hay quien cree que, tras haber superado una dolencia leve, el potaje funciona. En realidad es el efecto placebo. El Ministerio de Sanidad debe tomar cartas en el asunto y abrir los ojos de quienes son estafados sistemáticamente, advirtiendo a la población de que les están metiendo la mano en la cartera y demostrar la inoperancia de esta praxis.
Publicado en El Norte de Castilla el 2 de enero de 2019