LAS MARCAS LO NIEGAN y, con ellas, las agencias de publicidad. Pero el hecho “in-con-tes-ta-ble” es que existe. Los mensajes subliminales son una realidad desde hace cientos de años. Con la explosión económica vivida durante los últimos cien años (sobre todo a partir de los sesenta), la sociedad ha sido bombardeada incesantemente con estos truquitos. En algunos países está prohibido. La verdad es que está aquí y ha venido para quedarse. Llevo estudiando el fenómeno desde hace dos décadas. Comencé con un libro titulado “Subliminal: escrito en nuestro cerebro”, de Eduardo García Matilla, y rara es la semana en que no encuentre algún aporte subliminal en diarios o revistas. Ésta que cuelgo es una selección preliminar. Las empresas suelen aducir para contrarrestar a quienes hablan del asunto que “la gente tiene mucha imaginación…” Vamos, que es como quien mira hacia el cielo y ve formas reconocibles en las nubes. Por norma general, en el sector en el que más se emplea esta técnica es el del ocio, cosméticos y, sobre todo, alcohol y tabaco. Ya iré compartiendo con vosotros más ejemplos. Mientras tanto, contemplad éste.