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Roberto Carbajal

La aventura humana

Primos y primarias

Los partidos políticos detestan la democracia. Hablan de ella cuando se miden con sus adversarios o para embaucar a los incautos, pero en realidad la mancillan desde los despachos. En España los líderes se despiden a lo grande, sueltan unas lágrimas y dejan como herencia el nombre de su delfín para que lo devore la jauría. Por norma general, el heredero dilapida el legado y suele liquidar inconscientemente a la vieja guardia de su predecesor. Lo hicieron el PP y Zapatero, sobre todo el presidente, muy dado al refresco cuando no a la defenestración del patrimonio. Ahora le ha salido un sarpullido en Madrid, con la autocoronación del guía de los socialistas erigiéndose en candidato. Los jefes han dejado entrever a Tomás Gómez que su cartel no es mejor que el de Bob Esponja para llegar al corazoncito de los madrileños. Él lo niega, y ya están levantando un cadalso. Incluso planean exhibir sus despojos en la plaza pública.

No es necesario viajar hasta la ‘villa y corte’ para toparse con herederos desahuciados. El PSOE regional no atesora precisamente un capital boyante en materia gris. Óscar López hizo madrugar sin sentido a un puñado de damnificados para mostrar su aura y declararse candidato a la presidencia de la Junta, cuando aún faltan meses para la proclamación de las listas. Las formaciones políticas representan lo peor del sistema y los afiliados solo actúan como palmeros sobre el tablao de una dictadura encubierta. Hace años que los socialistas probaron las primarias: no mataron a nadie, porque hubiera sido un exceso; otra cosa fueron las ganas con las que se quedaron. Estados Unidos aplica la fórmula de permitir que casi cualquiera entre en liza por ganarse una candidatura. Presidenciables, jueces o el ‘sheriff’ del pueblo se someten a un escrutinio primario, mientras que en España se practica el bandolerismo político a gran escala.

Bien es cierto que los socialistas castellanos y leoneses apuestan por el caballo perdedor a conciencia. Quizá el mirlo blanco esté dormitando en algún granero, aunque perdería la cabeza si la asomase, con la misma seguridad con que López y compañía cavarían su fosa. Se ha instalado en el páramo una marca blanca sin envoltorio ni esperanza.

Publicado en El Norte de Castilla el 28 de julio de 2010

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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