Joan Sutherland nos ha dejado. Falleció ayer en Suiza a los 83 años. De La Stupenda, como se la rebautizó, gracias a su espléndida interpretación de la ópera haendeliana Alcina, en 1960, ya solo nos queda su trabajo. Una colección de interpretaciones magistrales que están en las fonotecas físicas y virtuales a disposición de quien aun no haya tenido la oportunidad de saborear sus exquisitas formas. Si quieren ver cómo se acaricia una partitura y se paladea con gusto un torrente de miel, sumérjanse en su legado. La soprano australiana contribuyó a revitalizar el repertorio belcantista del XIX, convirtiéndose en una de las grandes cantantes de ópera del pasado siglo.
Les dejo un par de muestras. Sutherland canta aquí el Casta diva de Bellini, a las órdenes de su esposo, el director Richard Bonynge, en un registro de los años ochenta. También he colgado la misma pieza, con la particularidad de que pueden seguir la partitura quienes tengan esa virtud. Háganlo con reverencia: las notas están escritas para todo el mundo y pueden ser cantadas como quien pide una caña en un bar o con el gusto que le pone nuestra protagonista. Lo que las engrandece son personas como la Señora que me ha obligado a escribir este post.
Descanse en paz, Joan Sutherland (Sidney, 7 de noviembre de 1926-Suiza 11 de octubre de 2010).