Adolfo Suárez González ha muerto tras once años borrándose. El alzheimer lo desposeyó de la memoria, pero sólo a él; quienes disfrutamos ahora de una base democrática debemos rendirle un homenaje íntimo y manifestarnos lo justo. La Historia lo recordará con la grandeza de alguien que, en unos momentos extremadamente peligrosos para su proyecto, implantó el régimen de libertades en España.
Fue maltratado por los miembros de su partido, que lo dejaron solo, trataron de dinamitar su obra y le impelieron a dimitir. Su visión de estadista fue antepuesta por este gran hombre a sus ambiciones personales. Hoy, que este viejo país se viste de luto, comenzarán a escucharse las palabras huecas de muchos politicastros que contribuyeron a hacerle la cama. Comparar a Suárez con cualquiera de quienes le sucedieron da risa, cuando no pena. El mejor homenaje que quienes contribuyeron a su caída podrían brindarle es guardar silencio. Descanse en paz Adolfo Suárez González. Él no recordaba que había sido presidente; nosotros sí, y no debemos olvidarlo.