Alguien debería pararle los pies a Cristóbal Montoro. Se me ocurren un par de nombres pero uno no es de aquí. Me quedo con Mariano Rajoy, que es el presidente del Gobierno del que forma parte el ministro de Hacienda. A priori, la elección no está nada mal, reconozcámoslo, pero al tiempo no se le puede doblar el brazo. Me viene a la mente la afición del jefe del PP y del poder ejecutivo a enviar mensajes de aliento a un delincuente casi presunto y el panorama que se abre deja desolado a cualquiera. Montoro tiene dos varas de medir: una, que no se filtren expedientes de Hacienda que no le interesan; otra, los que sí. Recordemos que este gañán lleva amenazando a diferentes colectivos desde que llegó al despacho oral. Los primeros damnificados fueron los artistas que apoyaron a Zapatero; más tarde le sucedieron los diputados de la oposición y, cómo no, algunos medios de comunicación hostiles. En cualquier país ‘normal’ este hombre habría sido destituido a las primeras de cambio pero, amigos, esto es España, el norte de África.
Cristóbal Montoro se indignó cuando se filtró el expediente contra una multinacional que estaba siendo investigada por fraude. El tipo montó en cólera por que se supiese, entre otras cosas, la mano blanda que se pretendía aplicar a la superempresa. La mano dura y la aquiescencia del mismo sujeto se aplica al enemigo político. A Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, le ha tocado hacer una declaración complementaria gracias a la labor de don Cristóbal al colocarlo en el disparadero del fraude. No es que Monedero no lo merezca, que parece que sí, sino por las formas. Hacienda tiene la obligación de salvaguardar estos asuntos con el celo debido y no colocar a la gente en el punto de mira. Pero en este país nuestro vale todo y llevamos tiempo soportando con estupefacción cómo se han publicado expedientes de artistas y políticos debidamente cocinados para poner a personas cuidadosamente elegidas a los pies de los caballos desde la impunidad del poder. Mañana podríamos ser cualquiera.
Publicado en El Norte de Castilla el 18 de febrero de 2015