¿A quién pertenece un país? En los consejos de administración de las empresas los accionistas mayoritarios son los que deciden, a pesar de que, en muchos casos, no ostenten el capital suficiente. En las compañías gasísticas, eléctricas o bancarias el pequeño accionista es un señor de Valladolid que compró unas acciones como inversor, pero que no tiene contacto con otro señor de Murcia. Si todos esos humildes inversores tuviesen contacto entre sí constituirían una arrolladora mayoría y destronarían a las cúpulas de sus bien pagados sillones. Con los países sucede algo parecido, no igual. El pueblo llano es quien paga sin rechistar, mientras que los ricos contribuyen con cantidades ridículas si las comparamos con sus ingresos. Por tanto, resulta injusto que se gobierne para las élites y no para los más humildes. Y eso que todo el mundo usa las infraestructuras esenciales, no importa su condición. El pobre hombre que se estampa contra un muro con su utilitario es atendido en urgencias de igual forma que el rico que sufre lo propio con su todoterreno de lujo. La diferencia estriba en que resulta intrigante quién paga de veras ese servicio público. Los ricos conocen al dedillo cómo eludir al fisco, pero son tratados democráticamente ante un episodio como el anterior.
Rodrigo Rato y los de su condición viven en casas blindadas, como Sotogrande, un parcelón de varias hectáreas en el que afortunados y famosos se blindan alejados de las masas, de la chusma que anhela ser como ellos; es solo que no pueden serlo y apenas tienen para llegar a fin de mes. Cuando en España nos quedamos boquiabiertos con el nivel de corrupción que aflora en las noticias (la punta del iceberg) y se anuncian apellidos emblemáticos, a la gente se le queda cara de boba. Se preguntan quién paga la vida propia y la opulencia de las de otros. El pueblo desconoce el poder que atesora. Está atomizado y es incapaz de llegar a un punto de encuentro en el que hacerse fuerte y destronar a quienes están riéndose en su cara. Así, ¿de quién es España?
Publicado en El Norte de Castilla el 22 de abril de 2015