Houston, tenemos un problema. No es que estemos en la Luna, pero casi. ¿Qué diablos está pasando con los mal llamados teléfonos móviles? La gente parece un ejército de zombis. Desde que existe el Whatsapp, el personal se ha vuelto loco. Salen de casa mirando el teléfono absortos, cruzan la calle sin levantar la vista de la pantalla sin importarles el tráfico. Si no recibes un mensaje no existes, es como si nadie te considerase, eres un paria. Eso de pasarse el día ‘guasapeando’ se ha convertido en un asco. Paradojas de la vida, ha aumentado la comunicación gracias al aparatajo, pero se ha reducido la normalidad de las tertulias vis a vis entre las pandillas. Hay quien confiesa abiertamente que no puede salir de casa sin el móvil, que lo necesita a todas horas. Por eso no es de extrañar que los excesos y el mal uso hayan conducido a muchos españolitos hacia la consulta médica. En España ya se han creado unidades de desintoxicación, lo que demuestra la magnitud del problema. Y es sólo el principio, porque pronto los afectados serán legión.
Siempre pensé que móviles éramos los seres humanos. El teléfono celular no es móvil, sino portable, un complemento similar a un pañuelo. Al principio, eran enormes. Paulatinamente, fueron reduciendo su tamaño y, en fin, la tendencia ahora es fabricarlos cada vez más grandes. Si no tienes el último modelo de teléfono inteligente estás caducado y eres la diana de todas las bromas. Concretamente, el mío es del siglo XV antes de Cristo, pero mientras pueda llamar y enviar algún mensaje lo demás me la trae al pairo. Llaman a los celulares ‘inteligentes’, y tienen razón: cuanto más inteligentes son los móviles, menos lo es la gente. La inteligencia, como la energía, no se genera, sino que se transforma, pasa de un ente a otro. Qué tiempos aquellos en los que el teléfono negro de baquelita estaba en todas partes. Si alguien quiere dar el campanazo y estar a la última, que se ate uno al cinto; seguro que es fuente de todas las miradas. La moda es de lo más tonto, la verdad.
Publicado en El Norte de Castilla el 2 de julio de 2015