Estoy seguro de que usted tiene miedo. Ha calado en su cuerpo como dicen que actuó la niebla de la semana pasada. Tranquilo, no está solo. El miedo es la herramienta más poderosa que existe, esta sí que es un arma de destrucción masiva. No en vano, a lo largo de la Historia ha sido utilizada para que el poder hiciera de su capa un sayo. Parece increíble, pero apenas un puñado de terroristas tiene acogotados a cientos de millones de europeos. Son pocos, impredecibles y desprecian sus propias vidas, de ahí su peligrosidad. A diferencia de otras organizaciones, los yihadistas se presentan cara a cara ante sus víctimas y saltan en mil pedazos como el confeti en una fiesta. ETA o el IRA atentaban contra sus objetivos preservando siempre sus canales de escapada; si no eran fiables, nadie moriría esa vez. Estos musulmanes desviados del Corán han logrado paralizar Bruselas, una ciudad que se creía libre y segura por albergar las principales instituciones comunitarias. Y ahora descubrimos con estupor que estos sanguinarios han obligado a las autoridades a destruir, al menos temporalmente, la libertad de movimientos y gran parte de la democracia. En Israel es habitual encontrar una situación como la que ahora padecen los belgas. El ejército lleva décadas en las calles y da la sensación de que esa situación forma parte de la normalidad, aunque sea todo lo contrario. Los países de la UE van a tener que acostumbrarse a la excepcionalidad, porque este tipo de terrorismo ha venido para quedarse y echar raíces. No existe una fórmula democrática para acabar con él, porque se retroalimenta con las vísceras de sus mártires saltando por los aires tras un ‘Alá es grande’. Enviar a nuestros militares a combatirlos en Siria o Irak constituye tan solo un brindis al sol, porque quienes están dispuestos a inmolarse son ciudadanos europeos, criados bajo la cultura europea y han hermanado su difusa identidad con la aniquilación del infiel. Es decir, nosotros. A ver quién lucha contra todo esto y con qué armas. (Oh, sí: Aznar.)
Publicado en El Norte de Castilla el 25 de noviembre de 2015