En menos de ochenta años, nuestros nietos se asomarán a la ventana y el panorama que divisaron sus abuelos ya no será el mismo. Hay quien dice que las ovejas son los animales más estúpidos del planeta, pero qué decir de la especie humana, ¿acaso no inventamos el adjetivo? Exacto, usted piensa como yo. En un abrir y cerrar de ojos, la temperatura de la Tierra subirá un par de grados. Dicho así no parece mucho, aunque, según los expertos, si superamos estos dos grados el mundo ya no será como ahora. Se calcula que en 2100 las vamos a pasar canutas; nosotros no lo veremos, pero quienes hoy tienen cinco años ya no podrán ir a Benidorm a coger sitio en la playa. De hecho, esa playa no existirá salvo que se demuelan todos los hoteles de la zona. Incluso más: toda la costa española desaparecerá porque el mar subirá unos cuantos metros. En nuestro caso, esto significa la ruina del sector turístico, un área económica estratégica para nuestro país. España experimentará un ascenso de las temperaturas tan insoportable que nadie querrá pasar el estío en la otrora agradable península Ibérica.

Los líderes del mundo se han tomado la amenaza en serio. Están reunidos en París para celebrar la Cumbre del Clima. Imagínense: Manhattan, adiós, muy buenas; de Venecia, mejor ni hablamos. Pero el deshielo no sólo traerá la subida del nivel del agua; las cosechas se resentirán más aún, lo que provocará hambrunas y, con ellas, migraciones de millones de personas. Las medidas que puedan tomarse durante la cumbre parisina serán decepcionantes, como siempre. Necesitamos un cambio de mentalidad y un nuevo estilo de vida. Es imperativo apostar definitivamente por las energías renovables, acabar con la deforestación y, naturalmente, condenar el uso de los combustibles fósiles. El genio del carbono liberado debe regresar a la lámpara mágica de la que nunca debió escapar. Este proceso llevará tiempo, pero, a cambio, nos aseguraremos la continuidad de la Tierra. Porque ¿qué diablos hacemos buscando vida en otros planetas? Este es precioso.
 
Publicado en El Norte de Castilla el 2 de diciembre de 2015