Resulta sorprendente cómo los dictadores se acomodan en el corazoncito de Occidente. Muhamar el Gadafi. Mientras el dictador libio sirvió a los intereses de Francia, fue agasajado por el presidente francés Nicolas Sarkozy en el Palacio del Eliseo, por financiar ilegalmente su campaña electoral. Años después, la presidencia instigó, aprovechando el escenario de la Primavera Árabe, un golpe en el que fue asesinado intelectualmente por los servicios de inteligencia galos, aunque vapuleado por la muchedumbre. En España sucedió algo similar, pero sin magnicidio. Aznar le puso la alfombra roja para albergar sus jaimas. El contrato del siglo para las empresas españolas en Arabia Saudí ha provisto una fuente de ingresos esencial gracias a la construcción del tren de alta velocidad entre Medina y La Meca. China es la principal factoría del mundo, allí se fabrica un arsenal de productos que abaratan los costes de los países desarrollados, y poco importa que sea una dictadura comunista. Aliados, amigos… el calificativo del que se les revista: siempre primarán los intereses nacionales frente a la democracia y su deseo expansivo ‘en favor de los pueblos’. Ahora la historia ha llamado a Fidel Castro. Nuestros intereses hoteleros en Cuba han hecho del país caribeño un socio estratégico, una nación a la que nos unen vínculos culturales e históricos. Esto es lo que se dice. EE UU no pudo con Castro, a pesar de los 368 intentos de asesinato que pergeñó la CIA, al margen del desembarco en la bahía de Cochinos en la época de John F. Kennedy. Lo cuenta Fabián Escalante, exjefe de los servicios de inteligencia de la dictadura cubana, en su libro ‘La guerra secreta’. Puros explosivos, trajes de buzo con hongos, incluso una antigua amante fue contratada para asesinar a Castro y éste le prestó la pistola para que lo llevara a cabo. Todo quedó en nada. Fraga Iribarne se deshizo en agasajos durante una de las visitas del sátrapa al pueblo gallego en el que nació su padre. ¡Ay, los dictadores…! Son unos cabrones, pero son nuestros cabrones, según nos convenga.
Publicado en El Norte de Castilla el 30 de noviembre de 2016