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Roberto Carbajal

La aventura humana

Beneméritos cuarteles

La Guardia Civil es una de las instituciones más valoradas por los ciudadanos, según el CIS. Ahora bien, una cosa es la opinión ciudadana y otra la que tienen los políticos que gestionan este cuerpo policial. Según publica el semanario ‘Interviú’, existen en España una serie de casas cuartel que causan sonrojo, cuando menos. La revista publica una selección de fotografías que revelan el estado de muchas de esas instalaciones, que no es que rocen el tercermundismo, sino que constituyen una afrenta a la dignidad humana más básica de estos funcionarios. Las denuncias de la AUGC, asociación mayoritaria de corte sindicalista, no dejan lugar a dudas. Muchos de estos guardias civiles trabajan en unas condiciones deplorables. El semanario alumbra una lista fotográfica en la que me llamó la atención una rata mirando a la cámara desde el interior de un váter; parecía que estaba haciéndose un ‘selfie’. Ratas muertas en la oficina de atención al público, termitas en la estructura de los edificios, vallas de dos metros que rodean casas cuartel desde que la gente tira basura al interior, muros que se derrumban a pesar de las advertencias de los funcionarios, vestuarios que dan pena, goteras, mendigos durmiendo en las puertas de acceso, trece ascensores en un mismo acuartelamiento que fueron instalados y que no funcionan… en fin, todo un ramillete de barbaridades que suponen ejemplos del abandono y la mala gestión desde los despachos. La crisis también ha hecho mella en lo que concierne al mantenimiento. De los cien millones presupuestados en 2008, se ha pasado a veintiocho. Démonos cuenta de que la mitad de los 77.000 guardias civiles que conforman la plantilla viven en estos edificios. Al margen de lo expuesto, muchos guardias tienen que rehabilitar con su sueldo esas viviendas para otorgarles cierto decoro. La Benemérita cumple una labor extraordinaria en nuestro país. El Gobierno debe tomar cartas en el asunto y consignar dinero público para que este tipo de situaciones se erradiquen definitivamente. Vivimos en el siglo XXI… después de Cristo, no antes.
 
Publicado en El Norte de Castilla el 1 de marzo de 2017

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Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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