Hay quien no se ha enterado aún de que España es un país aconfesional. Es decir, las instituciones estatales de cualquier rango no pueden manifestarse en favor de una u otra religión, bien sea mediante actos oficiales ni de cualquier tipo. Lo dice la Constitución, cuya letra sirve para algo más que para ser impresa. La pasada Semana Santa en los acuartelamientos militares ondeó a media asta la bandera española. Se conmemoraba la muerte de Jesús de Nazaret. Esto significa que el Gobierno conservador del que disfrutamos hoy ve con buenos ojos el hecho de que nuestra enseña nacional se rinda brindando un homenaje oficial al supuesto asesinato de un supuesto líder religioso. Tampoco sirve de coartada que el cristianismo sea la religión predominante en nuestro país, al menos así se declara mayoritariamente la población. Las banderas a media asta deben servir para homenajear a un soldado caído en combate en Agfanistán, por poner un ejemplo, y no para rendir pleitesía a ninguna fe, a ninguna. Pero se invoca el texto constitucional cuando interesa y no en toda su extensión. Chirría la visión durante los desfiles procesionales de políticos acompañando el cortejo, también a elementos de nuestras fuerzas de seguridad escoltando los conjuntos escultóricos. La ley regula la interpretación del himno nacional y, la verdad, no encuentro que deba ser tocado por ninguna banda cuando entran o salen vírgenes o cristos de ningún templo. En realidad todo lo narrado se permite en favor de unos días festivos en los que todos ganan, salvo el imperio de la ley. La vanidad de quienes el resto del año no son nadie y que durante estas fechas lucen sus entorchados, los negocios y la economía en general, que este año ha ido como un tiro gracias al buen tiempo en todo el país. Respetemos los sentimientos religiosos y todo tipo de manifestaciones en la vía pública, faltaría más, pero borremos de una vez por todas comportamientos anacrónicos que no casan en absoluto en una sociedad avanzada. Así califican a la española, pues habrá que creérselo. No seamos aguafiestas.
Publicado en El Norte de Castilla el 19 de abril de 2017