Ni Bertrand Russell ni Rayn Rand creían en la existencia de Dios. Y tenían sus motivos. Se basaban en la experiencia empírica, y les alabo el gusto. Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, confía en un dios que no es ante el que ‘juró’ cuando tomó posesión de la presidencia del Ejecutivo. Dios no existe, y si no que alguien lo demuestre. Lo que sí tiene demostrada su omnipresencia es la generosidad del ser humano. Sánchez ha dado un paso al frente y ha planteado un órdago a sus socios europeos. Y ha fijado un gesto acogiendo a los 629 migrantes que han arribado a las costas italianas, repudiadas por el país transalpino y por naciones que hasta hace poco tiempo clamaban por que alguien les auxiliase, léase Grecia. El presidente del Gobierno de España ha dibujado una orden que, tal vez, lo lleve a contagiar a otras naciones, frente a la xenofobia y el filofascismo del Gobierno conformado en Italia o en naciones como Hungría y Austria. España ha sido tradicionalmente un país de acogimiento, sobre todo a los que llegaban del extranjero acomodado; no a quienes se significaban por ideas que fascinaban en Europa desprendidos de dictaduras asiáticas. Francia es el ejemplo.

Se confitaba la curiosidad frente al oscurantismo del franquismo español. El arribo del barco ‘Aquarius’ a las costas valencianas sitúa a nuestro país a la vanguardia de la solidaridad que tantas veces se ha prodigado en el resto del continente, solo que en nuestro caso ha constituido un paso sincero o, incluso, efectista por las expectativas concitadas por la constitución del nuevo Gobierno socialista. El presidente Sánchez se ha convertido en el adalid del confort hacia quienes se sienten los desposeídos de la Tierra. El problema se suscita en torno a lo que pueda suceder en el futuro. ¿Será España un país sempiterno de acogida? No nos lo podemos permitir. La estrategia pasa por una política comunitaria valiente. Sí, en España somos solidarios, pero el racismo y el entorno juegan en contra. Es la hora de la política con mayúsculas y sin complejos. No de brindis al Sol.

Publicado en El Norte de Castilla el 13 de junio de 2018