Ayer fue el día que todos estábamos esperando: llegamos a la cima del Mulhacén, el pico más alto de la península ibérica con 3.478 metros, y la marcha más exigente y esperada de la ruta de este año. Por eso no puedo comenzar esta crónica sin antes deciros gracias y enhorabuena a todos los que lo habéis conseguido! Gracias a los ruteros, médicos, periodistas, organización y, sobre todo, monitores porque sin vuestro apoyo no habríamos llegado ni la mitad (me incluyo la primera) al techo de la península ibérica. Debido a la dureza de la marcha se esperaban más bajas y, sin embargo, solo hubo 25 ruteros que no llegaron a la cima (muy pocos comparado con otras ocasiones).
Antes de contaros cómo nos fue en esta aventura, me gustaría resaltar la labor de Jesús Luna, jefe de campamento, y de su equipo de monitores. ¡Han estado increíbles estos días! Para mí son unos héroes porque cuando nos estábamos ahogando al subir, nos faltaba el aire, nos dolían las piernas y parecía que no podíamos dar ni un paso más, allí estaban ellos animando, cantando, cogiendo mochilas de ruteros agotados, contando chistes por los walkies… como si nada. Los periodistas hacíamos esta marcha de manera voluntaria, y en varias ocasiones pensé que no podía más, que me daba la vuelta, estaba agotada. Sin embargo de pronto aparecía un monitor que te daba ánimos y que te empujaba a subir, así que ponía mi mejor cara y seguía… A la ruta no se viene a sufrir, pero sí a superarse a uno mismo, y esto es lo que hemos hecho.
El día antes de comenzar la marcha Jesús Luna nos explicó el recorrido que íbamos a hacer y los posibles puntos de evacuación por si veíamos que no teníamos fuerzas para seguir subiendo. Nos esperaba una marcha muy dura de 30 km, mucho desnivel y de casi dos días de duración.
Comenzamos la marcha el sábado en torno a las 14h desde Trevélez rumbo al refugio de Poqueira. Seguramente pensaréis que vaya horas para comenzar la caminata con el calor que haría, pues la verdad es que tuvimos suerte, se nubló la tarde e incluso bajó un poco la niebla. Muchos creemos que eso fue gracias a Miguel que nos está cuidando todos los días desde allí arriba. Gracias a la tregua del sol, todos los expedicionarios que comenzaron la marcha lograron llegar al refugio. Allí, a 2.500 metros de altura, hicieron vivac antes de afrontar el tramo final del recorrido.
Al día siguiente a las 7h nos pusimos en marcha, nos esperaba una etapa más dura aún que la del sábado. Subimos, subimos, subimos… parecía que no llegábamos nunca. No dimos ni un paso en llano, teníamos que afrontar 1.000 metros de desnivel hasta llegar a la cumbre del Mulhacén. Casi no tengo palabras para describir cómo fueron los últimos 400 metros de desnivel, estábamos agotados pero ya veíamos el final, ahora sí que no podíamos rendirnos.
Poco a poco los primeros ruteros iban llegando a la cima, ya se veían las banderas, ya se oían los gritos de emoción, ya habíamos coronado el Mulhacén. Lo que se vivió allí a 3.478 metros de altitud es difícil de expresar con palabras, pero ha sido uno de los momentos más emocionantes de la expedición 2016. Muchos abrazos, besos, lloros (de emoción claro), gritos, canciones… en definitiva, la ruta en estado puro.
Lo habíamos logrado, estábamos todos más que orgullosos de nosotros mismos. Sin embargo luego nos quedaban unas 7 horas de bajadas que físicamente fueron mucho más duras que la subida. De hecho hubo varias bajas ya que los pies, las piernas y las rodillas sufrían muchísimo con las rocas y el desnivel del camino.
Sobre las 8 de la tarde llegamos (por fin) a Capileira donde pasaríamos la noche tras 18 horas de caminata en total. Las ampollas, los dolores y las agujetas de hoy se llevan mejor cuando pensamos: lo hemos conseguido, hemos coronado el Mulhacén!