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Toco y me voy

Inglaterra descubre al otro Poyet

De casta le viene al galgo el talento y también la personalidad dentro del rectángulo de juego. DIEGO POYET no ha hecho sino desembarcar en el fútbol profesional, pero ya está dando que hablar. Al prometedor volante del Charlton se lo empiezan a rifar los grandes de la ‘City’, a sabiendas de que su contrato con los Addicks finaliza este verano. Esa lucha también podría haberse dado a nivel de selecciones de no ser porque el hijo del técnico del Sunderland, nacido es España, sólo concibe ponerse la Celeste.

Diego Poyet, tratando de controlar un balón durante un encuentro del Charlton.

Apenas ha asomado la cabeza del cascarón y su nombre empieza a sonar con fuerza en las secretarías técnicas de varios grandes del fútbol inglés. Sin duda que la fuerza de su apellido es un reclamo inmejorable cada vez en un scouter se fija en las alineaciones del partido que está a punto de ver. Pero luego hay que avalar sobre el verde esa herencia futbolera que corre por sus venas y que cuelga sobre su espalda a modo de lupa permanente. En el caso de Diego Poyet (Zaragoza, 1995), no se puede negar que el jovencísimo volante central del Charlton Athletic ha superado con creces la prueba del algodón.

Después de recibir su bautismo de fuego en el primer equipo de los Addicks el pasado 21 de enero, nada menos que en tercera ronda de la FA Cup, el hijo menor de Gustavo Poyet ha ido escalando posiciones en el once de una escuadra que pelea por eludir el descenso a la Division One hasta hacerse con un hueco en la titularidad. La reciente llegada de José Riga al banquillo de The Valley ha supuesto el espaldarazo definitivo para este mediocampista de apenas 18 primaveras y muy buen manejo del cuero, que a pesar de su juventud se ha convertido en la referencia del juego de su equipo.

Sus actuaciones han ido ganando peso según disfrutaba de más minutos para poder exhibir sus cualidades innatas y esa inteligencia táctica, sin duda heredada del que fuera magnífico llegador en Zaragoza, Chelsea o Tottenham. Diego ya fue elegido man of the match a finales de febrero en el choque frente al Queens Park Rangers, habiendo disputado sus dos primeros encuentros completos bajo la batuta de Riga. El último, ante el Millwall el pasado sábado, fue sin lugar a dudas el más redondo de los nueve que ha jugado hasta la fecha en el balompié profesional. Y también el que ha despertado con rotundidad el interés de dos de los trasatlánticos de la capital inglesa, el Arsenal y el Tottenham.

Poyet, con sus hijos Diego (izda.) y Matías.

El hecho de que el segundo vástago del actual entrenador del Sunderland quede libre a principios de verano supone un reclamo de lo más apetitoso, máxime teniendo en cuenta que estamos hablando de un futbolista educado y curtido en Inglaterra, pero con una impronta claramente sudamericana en su estilo de juego.

Internacional sub 16 y sub 17 con su país adoptivo, el menor del clan de los Poyet podría jugar si quisiera con La Roja, al haber nacido en Zaragoza muy poquitos días antes de que su padre conquistara en París aquella famosa Recopa con gol de Nayim en el último suspiro ante el Arsenal. Sin embargo, Diego ya ha dejado claro que su deseo es seguir la estela de su padre y defender los colores de la Celeste cuando llegue el momento.

En lo que difiere con su progenitor mucho más de lo que pretenden algunos es sobre el terreno de juego. Y es el propio Diego quien se ha encargado de hacer correr la voz. “Ahora que he empezado a jugar en el primer equipo del Charlton, la gente me compara con mi papá. Pero luego se dan cuenta de que lo único que tenemos en común es nuestra posición de partida en el campo”.

Meses atrás se especuló con la posibilidad de que Gustavo intentara atraer a Diego hasta el Stadium of Light, pero el chaval tiene muy claro que su intención es hacer la guerra por su cuenta. “Hubo algún rumor al respecto, es cierto, pero por el momento prefiero trazar mi propio camino. En honor a la verdad, no me gustaría jugar bajo sus órdenes”.

El volante del Charlton aclara que eso no significa que se lleve mal con su padre ni mucho menos, pero su nivel de exigencia para con él es tremendamente alto. “Él es mi mayor crítico. Puedes hablar con cinco personas después de un partido y cuatro te dirían que estuviste brillante. Mi papá, en cambio, te diría “sí, lo hiciste bien, pero … Seguramente ese sería un inconveniente para trabajar juntos, pero desde luego que tiene ventajas porque te conoce mejor que nadie y podría aprender mucho a su lado”.

La reciente eliminación del Charlton en los cuartos de final de la FA Cup a manos del Sheffield United privó a Diego de estrenarse en Wembley a cuenta de las semifinales, donde tampoco estará su padre por culpa del Hull City, que goleó contra todo pronóstico a su Sunderland.

Diego Poyet, ante David Nugent (Leicester City).

De haberse visto las caras en el santuario por excelencia del balompié sajón, habría traído a la memoria de ambos un recuerdo imborrable: el de la última final en el viejo estadio, en el año 2000, que el Chelsea de Gus conquistó tras batir por la mínima al Aston Villa. “Tengo fotos con mi hermano Matías y mi padre sobre el césped, con la copa. Yo tenía cinco años y sólo pensaba en cuándo nos marcharíamos. Recuerdo que me pegué un par de carreras mientras algunos jugadores aún celebraban el título. Fue una lástima no haber vuelto ahora”.

Como especialista en marcar el timing de su equipo, Diego Poyet venera a dos futbolistas en los que, reconoce, siempre se ha fijado. “Mi primer ídolo era Paul Scholes. Me maravillaba lo que era capaz de hacer, a pesar de su edad. A veces parecía que el reloj se paraba cuando tenía la pelota. Hoy día miro mucho a Xabi Alonso, especialmente todo lo que hace sin balón”.


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