“El Murciélago rió a carcajadas. De manera estentórea y fuera de lugar. Forcejeé con las ligaduras y sólo sentí dolor. Aquel tipo seboso de rostro blanquecino me repelía profundamente. Claro que yo no estaba en condiciones, en aquellos momentos, de elegir pareja de baile. – No le gustó el puto infierno y ha regresado, ¿no? […]
“-Ojalá los nazis hubieran ganado la guerra… Oí la contraseña mientras me deslizaba por el tobogán del sueño. -La guerra no ha terminado -contesté instintivamente. Aaron Avelyn, un diablo de Wisconsin, inventó esa contraseña en 1958. Un judío con sentido del humor. Es una clave tan quemada que los diablos la utilizan más como saludo […]
Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón.
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