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Esperanza Ortega

Las cosas como son

¿Qué ha hecho usted para merecer esto?

El año recién nacido no ha llegado con un pan, sino con una deuda intragable debajo del brazo. Es la herencia recibida, repite Rajoy: la culpa no es mía, es suya por haber sido unos manirrotos, y ahora van a pagar su despilfarro. Las deudas no las perdona ni Dios, por eso eliminaron la frase del padrenuestro: “perdónanos nuestras deudas …”. Y yo, con la candidez irónica del ateo Voltaire, me pregunto qué deuda hemos contraído los que nunca tuvimos capital que evadir y hemos pagado nuestros impuestos religiosamente. ¿Está usted entre ellos? Entonces pregúntese conmigo: ¿qué culpa tiene usted de los desmanes que se fraguaron a sus espaldas? “Perdona a tu pueblo, Señor”, cantábamos en la Capilla del Colegio, y nos dábamos golpes en el pecho: “Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”. Era la consecuencia del Pecado Original, la herencia recibida que solo la infinita misericordia de Dios podía condonar. Por eso se nos recortaron los placeres hasta convertir el mundo en un valle de lágrimas. He de confesar que esta deuda me pareció siempre un misterio mayor que la Trinidad. Perplejo, al borde de la desesperación, Segismundo se pregunta algo semejante en “La vida es sueño”: “¿Qué delito cometí,/ contra vosotros, naciendo?”. Y Calderón pone en sus labios la misma respuesta que Rajoy se empeña en poner en los nuestros: “Aunque si nací ya entiendo/ que delito he cometido,/ bastante causa ha tenido,/ vuestra justicia y rigor,/ pues el delito mayor/ del hombre es haber nacido”. ¿Hay algo más absurdo?,  pues igual de absurdo es que les pidan a ustedes que devuelvan el botín que nunca robaron. Pero Segismundo, como todos los encadenados a la miseria, se sigue preguntando: “Solo quisiera saber/ para apurar mis desvelos,/ dejando a una parte, ¡cielos!,/ el delito de nacer,/ ¿en qué más os pude ofender/ para castigarme más?/ ¿No nacieron los demás?/ Pues si los demás nacieron,/ ¿qué privilegios tuvieron/ que yo no gocé jamás?” ¿Segismundo era un radical? De eso le tildarán a usted los que tratan de eludir sus responsabilidades por medio de falacias. ¿Rato, Urdangarín, Fabra… ¿qué pasa con ellos? Un consejo: no intente razonar lo irracional, porque estará justificando lo injustificable. La crisis no es otra cosa que una gran estafa que usted ni ha comido ni ha bebido. Si no le invitaron al banquete, ¿por qué ha de pagar la cuenta? Nada está escrito. Obama negociaba el domingo con los republicanos cómo evitar la recesión mundial, porque evitarla depende de una decisión política. Piense, es su única arma contra la Gran Mentira. Pero piense con el lóbulo izquierdo del cerebro, como nos aconsejaba Rita Levi, la vieja dama de la ciencia, la más sensata y bondadosa de los Premiso Nobel, que nos dejó justo antes de que llegara 2013. En el lóbulo izquierdo reside el raciocinio, la única fuerza que nos ayuda a desembarazarnos de las cadenas que nos oprimen. Defienda los hospitales, las escuelas y los laboratorios, allí se fragua un futuro mejor. Esto decía Rita Levi, mientras seguía escrutando con más de cien años los secretos que guarda el cerebro humano. “¡Inventen el mundo cada día!” Ustedes tienen un tesoro de millones y millones de neuronas que no pueden despilfarrar escuchando las sandeces de los políticos que intentan paralizar su lóbulo izquierdo. Eso clamaba Rita Levi, senadora perpetua del Parlamento de la Verdad. Y en los días apacibles, disfrute del sosiego que nos ofrece la naturaleza sin pedir nada a cambio, donde el sol sale para todos. Esta es la única herencia recibida, la alegría de haber nacido limpios, con un mensaje de promesa en los ojos y en el corazón, como el nuevo año que comienza. Y tranquilo, usted no ha hecho nada para merecer esto.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.