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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Un grito desgarrado

Hace más de quince días que no leo más que noticias sobre las elecciones municipales: los pactos posibles e imposibles, las payasadas postelectorales de la condesa canalla…, y todo aderezado con nuevos casos de corrupción. La lectura del periódico ofrece cada mañana una sorpresa. Con tantas novedades, nos olvidamos de leer las noticias de las páginas impares. ¿Qué importa lo que pase fuera de nuestras fronteras, mientras en España deliberamos sobre algo tan trascendente como la pitada al himno nacional en la Copa del Rey? Incluso los que presumen de despreciar todo tipo de nacionalismo, discuten sobre tamaña tontería. Y mientras, ¿qué sucede? Pues sucede que en el mar Mediterráneo, miles de seres humanos sin patria ni destino son pasto de los peces. Me refiero a los que tratan de sobrevivir en barcos a la deriva, huyendo de las guerras y del hambre que promueven las “democracias occidentales”. Solo un ejemplo: ¿saben cómo se financia el Estado Islámico? Con el petróleo que venden a bajo precio en el mercado negro, donde compran los demócratas que se rasgan las vestiduras ante sus atrocidades. También cambian petróleo por armas, y el negocio está servido. Sólo en el canal de Sicilia, en lo que va de año han muerto 1650 inmigrantes, y en 2015, si no se pone remedio, se calcula que morirán 30.000 personas más. Poseidón temblaría ante tal catástrofe. Una imagen, sin embargo, vale más que mil cifras. A mí me despertó del aturdimiento idiota de estos días la fotografía de un barco que ha llegado antes de ayer a Sicilia lleno de  ataúdes para sepultar los cuerpos rescatados, mientras los altos dignatarios europeos discuten sobre la cuota de refugiados que debe acoger cada país. Nuestro Margallo aduce que España es demasiado pobre para ocuparse de los que nos corresponden. ¿Pero no éramos la envidia de Europa por la velocidad vertiginosa de nuestro crecimiento? La fotografía me llevó directamente a unos versos de Lorca, que podrían servir de pie de foto para la imagen de los ataúdes y para las palabras de Margallo. Pertenecen a su “Grito hacia Roma”. Ante la visión del mundo deshumanizado del capitalismo neoyorkino, Lorca exclama indignado:  “No hay más que un millón de herreros/ forjando cadenas para los niños que han de venir./ No hay más que un millón de carpinteros/ que hacen ataúdes sin cruz…”. Sí, fabricar ataúdes puede ser un negocio lucrativo para los nuevos emprendedores. Quizá les parezca duro lo que están leyendo, pero si quieren saber lo que es dureza, sigan leyendo estos versos que arañan el alma blandurria de los occidentales que aún no la han vendido. El grito de Lorca concluye: “Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto, /los negros que sacan las escupideras, /los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores, /las mujeres ahogadas en aceites minerales,/ la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,/ ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,/ ha de gritar frente a las cúpulas, /ha de gritar loca de fuego, /ha de gritar loca de nieve, /ha de gritar con la cabeza llena de excremento, /ha de gritar como todas las noches juntas, /ha de gritar con voz tan desgarrada /hasta que las ciudades tiemblen como niñas/ y rompan las prisiones del aceite y la música, /porque queremos el pan nuestro de cada día, /flor de aliso y perenne ternura desgranada, /porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra/ que da sus frutos para todos.” Que da sus frutos para todos.  Nada más que añadir.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.