España es un país chocante, no me lo negarán. La lectura de los periódicos de la primera semana del 2015 lo corrobora. Comenzamos con el caso Nóos. Su resultado ya nos lo anunció Rajoy: la infanta será declarada inocente. ¿Inocente en qué sentido? Pues en los dos: inocente es el cándido, por no decir el simple, que no se entera de nada porque no tiene capacidad para discernir, y que por tanto, de nada tiene culpa, es decir, que es inocente en el sentido legal. En un caso tan claro no entiendo que se saque a colación la doctrina Botín, indicada, como su mismo nombre indica, para gente que sabe lo que roba, y no para infantas ingenuas que firmaban mirando a los ojos a su esposo, en quien habían depositado toda su confianza. ¡Qué escena más edificante! Menos edificante es la del ex alcalde de Valladolid, que parecía no enterarse de lo que hacía con su firma un tal Samaniego, que no tiene ni título nobiliario. Pero el dinero es así de plebeyo: roba bien y no mires con quien. Pero lo importante es que nuestro país sigue funcionando, porque somos un gran país: con parlamento y sin parlamento, con senado y sin senado, con pactos y sin pactos. Con todo y con eso, en la tienda de enfrente me siguen vendiendo el aceite, y el colegio de mis nietos abrió tras las vacaciones como había anunciado. Lo mejor de todo es la exactitud de trenes y autobuses, que siguen circulando a pesar de Blesa, de Rato, de Nóos e incluso a pesar de que se rompan todas las tradiciones de nuestra amada patria, como hizo Carmena en la Cabalgata de Reyes, cuando sacó a un Mago Baltasar negro negro de verdad, y no a un concejal del PP tiznado de carboncillo, acorde con la costumbre inveterada. Sí, la ciudad siguió funcionando a pesar de que en el roscón nos esperara aquella sorpresa que algunos no le van a perdonar a la alcaldesa. Pero no se confíen, incluso la vida cotidiana se puede acabar resintiendo ante tanta innovación. Por ejemplo, ¿se fían ustedes de que el metro les conduzca a la estación escogida? Veremos qué pasa cuando entren los más de trescientos conductores seleccionados en la Comunidad de Madrid en unas oposiciones en donde se han filtrado las preguntas del examen dos días antes. Para asegurarse de que los más inocentes las entendían, repitieron las mismas preguntas al día siguiente. Y es que España es un país chocante, de verdad. Tan chocante como para tomarse en serio lo que ha sucedido en el Parlamento de Cataluña, cuando la CUP llegó con su peculiar regalos de Reyes: dos diputados enteritos, en cuerpo y alma, para unos adversarios con los que lo único que les une es su deseo de independencia con respecto a la otra mitad de los catalanes que no son independentistas. Quizá hubiera sido mejor solución levantar un muro que dividiera las ciudades catalanas en dos. O mejor todavía un biombo, para que se pueda correr según las circunstancias, porque no hay que ser dogmáticos con eso de las fronteras históricas. ¿Me regalas dos metros? Es que quiero colocar una terraza independentista… A cambio te permito un mirador constitucionalista…Sucedió lo mismo que cuando de niños nos faltaban dos cromos para terminar la colección y estábamos ya a punto de renunciar y alguien nos gritaba: ¡los tengo repes!, y te los vendía por un ojo de la cara. Pero con el otro…. cómo te deleitabas viendo el álbum completo. Así están hoy los independentistas, más contentos que pascuas. Y a los demás también nos da la risa, como cuando oíamos los discos de Gila. La diferencia es que Gila hablaba en broma de una guerra seria, y los del CUP hablan en serio de una guerra de broma.